Así como la nación contribuyó a la reconstrucción del Teatro Nacional
de Praga después de que fuera devastado por el fuego en 1881, ahora los
checos tienen la oportunidad de contribuir con una parte significativa de
la Catedral de San Vito, un símbolo de la República Checa. Allí es donde
los reyes checos fueron coronados y enterrados. La catedral, hogar de las
joyas de la corona y donde el arzobispo de Praga sirve a las misas en
importantes ocasiones, todavía carece de un órgano de tubo que corone su
gloria.