Los checos, como sociedad postcomunista, suelen ser considerados como una
sociedad escéptica a los actos solidarios, desconfiados hacia las
organizaciones sin ánimo de lucro, defensores de que la gente se debe
ayudar a si misma o, en el peor de los casos, ser ayudados por el Estado.
Sin embargo, las estadísticas indican que esta visión queda muy alejada
de la realidad.