Jiří Sozanský reconstruye la memoria en la antigua cárcel de Segovia

Foto: Tereza Kalkusová

La restricción de la libertad del individuo por parte del régimen comunista checoslovaco es el tema principal de la exposición del artista plástico Jiří Sozanský, instalada en la antigua cárcel de Segovia.

Foto: Tereza Kalkusová
Las sombrías celdas del antiguo presidio franquista de Segovia acogen la exposición titulada ‘La casa miedo’, un proyecto que retrata las represalias y asesinatos del Estado totalitario checoslovaco.

El polifacético artista Jiří Sozanský, que ingresó en la escena artística a principios de los 70, expone allí un ciclo de instalaciones, pinturas, esculturas de bronce y collages de vanguardia que permiten revivir el ambiente de las prisiones checoslovacas.

La exposición, que se sirve de documentos reales, se compone de las historias de cuatro personalidades que se vieron afectadas por la brutalidad del régimen comunista en sus diversas fases. Encontramos a la política socialista Milada Horákova, ahorcada en los años 50, encarnación de la resistencia contra el régimen; pero también a personas menos conocidas, como Záviš Kalandra, crítico literario y periodista; la cabeza del underground de los años 70 Ivan Martin Jirous o el poeta católico Jan Zahradníček.

Jiří Sozanský,  foto: Tereza Kalkusová
La colección de poemas de este último le brindó el nombre a la exposición en Segovia, como contó a Radio Praga Jiří Sozanský.

“En la cárcel Zahradníček fue capaz de escribir en forma de notas clandestinas una colección de poemas que tituló La casa miedo. Estas notas las sacó de la prisión un carcelero simpatizante que se expuso a un gran peligro. Las guardó en su jardín en unos vasos de vidrio sellados con cera, así que al papel no le pasó nada”.

Hombres sin memoria

La fecha de nacimiento de Sozanský coincide con la fecha en que Milada Horáková y Záviš Kalandra fueron ejecutados como enemigos del Estado, tras un simulacro de juicio. Sozanský vivió toda su niñez expuesto a la propaganda del régimen y tuvo que buscar su propio camino para orientarse en lo que estaba sucediendo. El Gobierno totalitario intentó borrar de la memoria colectiva por completo a los opositores del régimen y la tradición cultural anterior al golpe de estado del 48, si no coincidía con la ideología comunista oficial.

Foto: Tereza Kalkusová
La obra de Sozanský es una lucha contra la historia oficial, un constante intento por recuperar esa memoria aniquilada. El artista empezó a interesarse por el destino de dichas persona, condenadas al olvido, para superar la enorme brecha que el Estado creó con respecto a ellos. Sozanský habló sobre su proceso de creación.

“Intento utilizar la razón, es decir, apoyarme en los hechos históricos, pero en el arte hay muchos caminos, no basta solo con leerse algo. Las emociones son lo mío, eso es mi trabajo, pero al mismo tiempo me gusta tener un marco firme, para que lo que trato de comunicar tenga una dirección concreta. Yo no hago este trabajo por la obligación que tengo como ciudadano, simplemente me interesa el tema, porque forma parte de mi historia personal. Yo de pequeño crecí en la época del estalinismo, en la que se ejecutaban personas aquí. Este trabajo es para mí el proceso de cómo conocer mi propia historia”.

Las pinturas negras de Goya y de Sozanský

Foto: Tereza Kalkusová
El interés de Sozanský no se limita simplemente a la dictadura comunista en Checoslovaquia, como podría parecer. El artista va más allá y se centra en los mecanismos del poder de un Estado totalitario. Un hecho decisivo para su creación artística fue el encuentro con el libro 1984 de George Orwell, que circulaba en Checoslovaquia en las esferas clandestinas. Este libro forma la base de su creación, lo cual se puede percibir también en la exposición de Segovia.

“Con la novela de Orwell 1984 me topé por casualidad a la vuelta del año 1983 y 1984 y me quedé fascinado, porque él había descrito con precisión los mecanismos del aparato estalinista y neoestalinista. Lo entendí perfectamente, porque aquí la Policía Secreta, la Seguridad del Estado, tenía un poder ilimitado y cuando uno se había metido en el engranaje de sus juegos, ya no había vuelta atrás”.

Orwell, quien empezó siendo socialista por convicción, tras la experiencia de 1937 en la Guerra Civil española en Barcelona, comprendió finalmente que el modelo estalinista no difería mucho de la ideología franquista, y se convirtió en un convencido crítico del totalitarismo.

Pero no es solo Orwell el punto de contacto de Sozanský con España. El artista experimentó una profunda influencia de parte de uno de los mayores pintores del siglo XIX, Francisco de Goya. En la obra de Sozanský pueden divisarse los contornos de los Desastres de la Guerra o las Pinturas negras del pintor. Como explicó a Radio Praga el artista, sus influencias son variadas.

Foto: Tereza Kalkusová
“Le puedo decir a los queridos españoles que su cultura es fascinante y que desde mis 12 años me acompaña el caso de Francisco de Goya. De joven no entendía bien el mensaje, pero cuanto más viejo me hacía, más comprendía, y esa simpatía nunca me ha abandonado. También nos gustaban las películas de Buñuel y Saura, y por supuesto que me fascinan muchos de los pintores españoles barrocos. A lo mejor en España no se sabe que aquí siempre ha habido mucho aprecio por la cultura española. La Galería Nacional exhibió el arte moderno español contemporáneo en la Biblioteca Municipal en 1986, tres años antes de la caída del régimen, y tuvo gran repercusión”.

Además, Sozanský apuntó que según el teórico de arte Jiří Kotalík, su obra se parece en muchos aspectos a la del pintor y fotógrafo español Darío Villalba y aprovechó la situación para invitarlo mediante Radio Praga a la exposición.

“Incluso uno de los teóricos que aprecio, Jiří Kotalík, comparó mi obra con la del americano Leon Golub y la del español Darío Villalba, entonces si el señor Villalba se entera de la exposición en Segovia y si vive, porque no sé a qué generación pertenece, entonces podría echarle un vistazo”.

Crear para no olvidar

Una cuestión discutida suele ser la superación de las consecuencias del régimen comunista, hecho que tanto el país post-comunista como el post-franquista tienen en común. Sozanský sostiene que la incapacidad de nuestro país de superar lo que había pasado es el motor de sus obras.

Foto: Tereza Kalkusová
“Los representantes de la Seguridad del Estado después de la transición se dedicaron a los negocios, porque estaban muy bien informados. Creo que con las víctimas y los presos políticos, tras la Revolución de Terciopelo, el Estado no se ha portado de una forma aceptable. Muchos tuvieron que morir con una sensación de injusticia, y fue una vergüenza que tuvieran que exigir compensaciones, que les pertenecían automáticamente. Personas de las que se sabía que tomaron parte en los interrogatorios de los presos políticos en los años 50, que fueron personas sádicas, criminales, a ellos no les pasó nada”.

En la actualidad el autor trabaja en su último proyecto de su trayectoria artística, cuyo propósito será señalar los paralelos entre el antiguo régimen y los mecanismos de poder en la escena política actual y advertir sus posibles riesgos.

Jiří Sozanský (1946) es escultor, pintor y autor de instalaciones y performance checo. Se formó como albañil y desde 1967 estudió en la Academia de Artes Plásticas de Praga. Entró a la escena artística a inicios de los años 70, cuando predominaba en la sociedad checa una sensación de callejón sin salida, resultado de la ocupación soviética de Checoslovaquia en 1968.

No quiso comprometerse con el régimen y pasó a ser un artista al margen de la entonces cultura oficial. Entre 1976 y 1980 realizó un ciclo de exposiciones en el antiguo campo de concentración de Terezín. Suele exponer sus obras en antiguos sitios de represión y se interesa por temas como la opresión de la libertad del individuo, los mecanismos de poder, situaciones límites o la fuerza del arte en condiciones de prisión.

La muestra se inaugura este 13 de abril en La Cárcel Segovia Centro de Creación con motivo del 50 aniversario de la invasión soviética a Checoslovaquia y permanecerá abierta hasta el 13 de mayo del año en curso.

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