Modelo básico de supervisión y control en democracias consolidadas -I

Con este espacio, "Del Totalitarismo a la Democracia", Radio Praga trata de ofrecer un vistazo sobre lo que ha representado el proceso de transición en la República Checa. Este espacio está dedicado a todas las personas interesadas en conocer detalles sobre la transformación checa desde la dictadura comunista hasta la democracia, por lo que creemos que encontraremos muchos radioescuchas en Cuba, donde importantes sectores de la población se preparan también para un proceso de cambio pacífico en la Isla.

La teoría sobre el control y supervisión de la policía secreta y los servicios de inteligencia de las democracias establecidas era conocida por los reformadores de los países recién independizados del comunismo y sabían que ésa era su meta final. Sin embargo, varios de ellos también estaban conscientes de que sus países no eran democracias establecidas y que no había modelos directos para seguir en la delicada y especial etapa de transición. Algunos líderes sabían (en el ámbito intelectual tanto como emocional) que la policía secreta del partido comunista era una amenaza para su naciente democracia.

Toda dictadura necesita servicios secretos politizados para mantener y perpetrar su poder. Cuando una dictadura pierde el control y ocurre un cambio de régimen, el nuevo gobierno suele tener una estrategia para neutralizar la real amenaza que representan dichos servicios secretos. Sólo pasando esta etapa crítica, los demócratas pueden concentrarse en formular reformas para reestructurar y reconstituir unos servicios secretos que sean plenamente compatibles con la práctica democrática.

Dos ejemplos de dichas transiciones previas sirvieron de inspiración en Europa del Este: los vestigios de la Gestapo y de la SS heredados por el gobierno alemán de Konrad Adenauer y el aparato franquista en épocas de Adolfo Suárez y Felipe González. Adicionalmente, cuando se tiene un desprestigio del previo régimen (como Argentina en 1982, Estonia en 1991, Panamá en 1989, Sudáfrica en 1994), la reforma inmediata de los servicios secretos se debe considerar no sólo una necesidad sino una gran oportunidad de reformas universales, ya que en esta etapa dichos servicios están desmoralizados y hasta cierto punto también desorganizados. Cuando se trata de una transición pactada o el previo régimen no fue totalmente desprestigiado (como España en 1975-82 y Chile de 1989), las reformas suelen ser más lentas y problemáticas, pero no menos importantes.

Los obstáculos a los que se enfrentaban estos reformadores eran formidables. Los principales peligros incluían que la policía política intentara continuar jugando un papel político clandestinamente y que se conservaran las estructuras de poder del viejo orden a pesar de reformas superficiales. Las formas de resistir reformas por parte de los servicios secretos son variadas, y oscilan entre medidas pasivas y medidas activas. Suelen incluir:

- Continuación del espionaje político - Penetración de estructuras políticas y judiciales - Chantaje y uso ilegal de información - Robo, destrucción y manipulación de archivos - Intento de dividir, corromper y cooptar a demócratas - Culto al secreto y a rehusar compartir información con líderes políticos - Argumentar ser indispensables y profesionales - …Por lo tanto, cooptación de debate y propuestas - Influencia inapropiada al liderazgo gubernamental - Control de información e interpretación - Colocación de personal e informadores - Presentación de opciones y tentación de tomar acciones ilegales en secreto

Todos estos factores estaban presentes de una forma u otra en los países en transición, y los líderes democráticos utilizaron diferentes políticas y reformas para lidiar con ellos.

Práctica

No todos los líderes democráticos tenían la misma estrategia o la misma convicción para lidiar con la policía secreta comunista. Sin embargo, sí se nota una correlación importante entre la profundidad de dichas reformas y el cambio político. Pero cuando no hubo cambio de elite en el gobierno, tampoco solió haberlo en los servicios secretos.

Modelos principales de reformas a las policías secretas

Liquidación: El único servicio secreto comunista que fue liquidado por completo fue la Stasi de la RDA. Las necesidades para un servicio secreto fueron provistas por los existentes servicios secretos de Alemania Federal.

Lustración: En Checoslovaquia, los disidentes que presionaron al gobierno comunista a dimitir en noviembre y diciembre de 1989 tuvieron el control de la policía secreta como su tema central en las negociaciones. Inicialmente, Havel no había medido sus fuerzas correctamente y no exigió que el ministerio del Interior quedara a cargo de un anticomunista. Más bien, fue el roquero Michal Kocáb el que propuso la idea en la mesa redonda para luego ser adoptada por el resto de los disidentes.97 Por insistencia de éstos, la policía secreta se separó del ministerio del Interior, ambos poniéndose bajo las órdenes de disidentes anticomunistas a pesar de las propuestas que había hecho el gobierno provisional comunista de que la StB debería, en vez, ser capacitada para “luchar contra el terrorismo”. El primer acto de Ján Čarnogurský, el disidente puesto a cargo de la StB, fue ordenar que ésta cesara sus actividades inmediatamente y que depositara su equipo de espionaje en el ministerio de Comunicaciones. Se advirtió que el que rompiera la ley sería procesado penalmente.

Como uno de sus primeros actos como presidente, Havel nombró a Richard Sacher ministro del Interior, el 30 de diciembre de 1989. Sacher inmediatamente ordenó la completa abolición de los principales departamentos de la StB, despidió a sus miembros, ordenó la confiscación de sus armas y archivos, y transfirió a los restantes oficiales de estatus activo a reservistas.99 A los miembros de la StB se les dio un mes para entregar sus credenciales. Se les siguió pagando su salario por seis meses, pero con tal de que se quedaran en sus residencias y se les prohibió que se presentaran a sus oficinas. Sacher mencionó que sería “ingenuo” no mantener a los miembros de la StB bajo algún tipo de vigilancia.

A pesar de estos pasos, el Foro Cívico seguía presionando a Havel y a Sacher para tomar medidas aun más radicales, como la completa abolición de la StB. Les preocupaba que, como se conocía muy poco de las complejas estructuras de la policía secreta y otras agencias similares, fuera más precavido disolver todo en vez de solamente sus partes más visibles o nocivas. Sacher provocó oposición a su mandato por su lentitud en despedir a los agentes de la StB y cuando se sospechó que usaba los archivos para su propio beneficio. Fue entonces cuando el disidente Jan Urban, uno de los líderes del Foro Cívico, se enfrentó a Havel para exigirle la destitución de Sacher. Havel renuentemente aceptó, reemplazándolo con el veterano disidente Jan Ruml, el cual se presentó a los cuarteles de la StB para destituir a cientos de sus miembros escoltado de soldados armados con ametralladoras.

Después de los primeros pasos radicales, las reformas de la StB tomaron un matiz paulatino pero firme. El principal departamento que heredó las funciones de la StB fue el ÚOÚD que retuvo una parte del personal de la StB, la que sobrevivió a una comisión calificadora. A finales de 1990, el ÚOÚD fue disuelto y reemplazado por el FIS (luego renombrado FBIS) que retuvo sólo el diez por ciento del personal de su desvanecido antecesor. De los originales 8.591 oficiales de la StB, se estima que en el FBIS quedaron 141, menos del dos por ciento.

Expulsión: Además de la disolución de la rama local de la KGB y de la lustración de su personal, Estonia construyó un nuevo sistema que sigue al pie de la letra las “mejores prácticas” internacionales y los arquitectos de dichos nuevos servicios utilizaron expertos americanos. Primero que nada, los nuevos cuerpos de inteligencia y policía fueron divididos y se les asignaron tareas específicas con cartas precisas. El parlamento cuenta con un comité de supervisión y control bipartidista, donde el presidente del comité es miembro del partido en el poder, y el vicepresidente es miembro de la oposición. El parlamento controla el presupuesto (no se permiten fuentes extra- presupuestarias de financiamiento), escribe las leyes que regulan a los servicios secretos y tiene poder de despedir y nombrar a los directores de dichos servicios. Por tratarse de personal totalmente nuevo, el servicio de Estonia se considera el más efectivo de los tres países bálticos (y, por consiguiente, de toda la ex Unión Soviética) y goza del mejor espirit de corps. Los antiguos disidentes y luchadores de derechos humanos estonios están satisfechos con el desempeño de las reformas y de los mismos servicios.

Reestructuración: En Polonia, los principales miembros del gobierno de Mazowiecki y de los grupos de Solidaridad estaban divididos en cuanto a las acciones a tomar con el aparato de espionaje y represión que otrora eran literalmente sus carceleros. Como se mencionó anteriormente, el pacto de la Mesa Redonda le ató las manos a Solidaridad en algunas áreas del gobierno, sobre todo con respecto a la policía política (el SB) y a las fuerzas armadas. El ministerio del Interior seguía estando encabezado por uno de los autores de la ley marcial que agredió a Solidaridad en 1981, el general Czesław Kiszczak, durante todo un año en el gobierno de Mazowiecki, aunque con un activista de Solidaridad, Krzysztof Kozłowski, como su diputado. Se cree que en este año se destruyeron grandes cantidades de archivos y otras evidencias que podrían incriminar al SB.

Esto ocasionaba pugnas dentro de Solidaridad y algunos de sus los líderes intentaban romper con la Mesa Redonda, calificándola de anacronismo. Pero la lustración en el gobierno de Mazowiecki se descartó por pensarse que se trataba de una “cacería de brujas”. También se descartó confiscarle al Partido Comunista y a sus organizaciones satélite los activos que habían heredado tras cuarenta y cinco años en el poder, incluyendo vastas propiedades, compañías y publicaciones, al menos de que hubiera una razón estrictamente legal para hacerlo en casos individuales.

En cambio, se pensaba que las elecciones locales serían un buen sustituto. Como mencionó Bronisław Geremek, el líder parlamentario de Solidaridad, las elecciones locales serían “una poderosa herramienta para aplastar el sistema de nomenklatura a todos los niveles de poder”. Mazowiecki eventualmente nombró a un activista de Solidaridad como director de la Oficina de Seguridad del Estado (UOP), y a Kozłowski como ministro del Interior en julio de 1990. Sin embargo, Kozłowski descartó una profunda reforma de personal, mencionando que dicho paso sería “absurdo”. De hecho, volvieron a contratar a 4.000 de los 24.000 hombres de la agencia comunista para formar su nuevo servicio de seguridad después de sujetarlos a ciertos criterios. Pero sí disolvieron por completo los departamentos del SB más asociados con la represión política y social. El primer ministro que reemplazó a Mazowiecki, Jan Olszewski, era más partidario de la lustración.

Sin embargo, su ministro del Interior cometió el error de mandar las listas de posibles colaboradores al Sejm que votó para destituir al gobierno de Olszewski. Wałęsa también opinaba que la lustración no debía llevarse a cabo y también apoyó la destitución de su primer ministro a sólo cinco meses de haber tomado el cargo.