Las empresas checas cada vez son menos checas

Foto: Archivo de Radio Praga

Al menos 13.000 empresas checas sólo lo son en la teoría. En la práctica están radicas en otros países donde pagan menos impuestos y conservan una amplia seguridad jurídica o en paraísos fiscales, ajenas a todo tipo de control. Una situación que hace perder a las arcas checas más de diez millones de euros al año.

Foto: Archivo de Radio Praga
Tener dinero es un paraíso fiscal está de moda. O por lo menos, entre las empresas checas, que cada vez son menos checas. Pero el dinero checo no sólo va a pequeñas islas caribeñas o a diminutos países montañosos, también se “escapa” a otros países europeos que ofrecen una fiscalidad mucho más beneficiosa y sin salirse del marco legal europeo. Es el caso de la empresa PPF, propiedad del hombre más rico de la República Checa, Petr Kellner; el imperio KKCG, del magnate del petróleo y del gas Karel Komárek; y el Grupo BXR de Zdeněk Bakala, los tres con sendas cuentas radicadas en Holanda.

Y es que los Países Bajos encabezan la lista de destinos a elegir para las empresas checas que quieren reubicarse fuera de su patria. Ya son más de 4.200 las empresas checas registradas allí. Chipre ocupa el segundo lugar con casi 2.100 empresas, y en tercera posición, Luxemburgo, con poco más de 1.100 compañías. A estos países europeos les siguen destinos más paradisiacos como las Islas Vírgenes Británicas, Seychelles y Panamá. En total, se estima que alrededor de 13.000 empresas checas están registradas en lo que podría describirse como paraísos fiscales.

Según los datos que controla Ekonom, el Estado checo habría perdido, sólo durante el pasado año, casi once millones de euros entre impuestos e ingresos fiscales no pagados.

Desde la Cámara de Comercio checo-holandesa apuntan que esta situación se debe a que los empresarios checos encuentran en Holanda más seguridad y estabilidad fiscal que en Chequia, por lo que la solución al problema sería mejorar el sistema nacional.

De momento, los que sí están tomando cartas en el asunto son el Parlamento Europeo, la Comisión Europea y El Consejo Europeo, que hartos de ver cómo se “les escapan” los millones, están redactando una nueva legislación que obligue a los dueños de las empresas o beneficiarios a revelar donde están registradas sus compañías, no pudiendo así esconderlas tras sociedades “pantalla” o en pequeños bancos de islas exóticas.

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