El palacio de Kunín se abre a los turistas en Pascua

Palacio de Kunín, foto: CzechTourism

La Pascua, fiesta tradicional cristiana, culmina en la República Checa el lunes que sigue al Domingo de Pascua o sea, justamente el día de hoy. Este año comienza en esta fecha también la nueva temporada turística en la mayoría de los castillos y palacios en Chequia, que durante el invierno se fueron preparando para recibir a los visitantes al llegar la primavera. Uno de esos palacios que se abre a los turistas es el de Kunín, en Moravia, hacia donde nos trasladamos ahora.

Palacio de Kunín,  foto: CzechTourism
Cuando la nieve cubre el paisaje o poco a poco comienza a derretirse con el sol primaveral y el agua chapotea bajo los pies, no es el tiempo más adecuado para hacer una visita a un castillo o palacio. Las personas suelen refugiarse en estos lugares en los meses de verano para protegerse del calor que hace afuera. O también cuando el tiempo en verano no es tan bueno para ir a nadar a un río o estanque o para dedicarse a otras actividades veraniegas.

Nosotros, sin embargo, decidimos visitar el palacio del pueblo moravo de Kunín cuando el invierno no se daba por vencido todavía y cuando no había en él ni un solo turista. La única persona con la que nos encontramos al llegar a ese edificio histórico, fue su administrador, Jaroslav Zezulčík. En su compañía entramos al palacio por la puerta principal, para descubrir lo que pasaba dentro cuando desde afuera daba la impresión de que en los interiores no pasaba nada.

”Ahora subiremos al segundo piso, que es el piano nobile, o sea, la planta principal. Esa es una anomalía de este edificio, porque las salas principales de los palacios acostumbran estar en el primer piso. El palacio barroco de Kunín surgió mediante la reconstrucción de un fortín de un piso. Tras la remodelación de esta obra arquitectónica, en el primer piso fue situada la vivienda del administrador y los dueños ocuparon la segunda planta”.

Jaroslav Zezulčík  (a la izquierda) con descendientes de los ex propietarios del palacio de Kunín,  foto: Palacio de Kunín

Al entrar a los salones del palacio, lo primero que llega a causarnos sorpresa es la agradable temperatura de los interiores. Mientras que en verano las fuertes paredes de piedra protegen del calor, el día de nuestra visita, cuando la temperatura afuera oscilaba alrededor de los 0°C, dentro del edificio el ambiente es muy agradable, hecho que nos explica Jaroslav Zezulčík.

”En el palacio conservamos una temperatura estable durante el invierno. Hace diez años el edificio fue sometido a una reconstrucción, durante la que fue instalado aquí un sistema de calefacción por suelo radiante. Esto permite subir eventualmente la temperatura en determinados salones, en los que en invierno se celebran conciertos o conferencias. El clima interno estable protege también el antiguo mobiliario y los cuadros en el palacio del deterioro. Además, utilizamos una caldera de gas, o sea que nuestro sistema de calefacción es muy ecológico y moderno”.

El administrador destacó que la última reconstrucción del palacio de Kunín fue muy necesaria, debido a que en el curso del siglo XX sufrió un gran deterioro y en nada recordaba sus mejores y famosos tiempos cuando vivieron en él miembros de las familias aristocráticas de los Harrach, Fürstenberg y Bauer.

Viktor Bauer,  foto:  Palacio de Kunín
El palacio sufrió los mayores daños a finales de la Segunda Guerra Mundial, cuando se instalaron en él las tropas rusas. Los soldados andaban a caballo por los pasillos del inmueble, destruían y quemaban muebles y los cuadros les servían de blanco para lanzar bayonetas. Otra parte del mobiliario fue robada por ladrones.

Pasado cierto tiempo se derrumbaron algunos techos en el palacio y el resto del mobiliario desapareció, sin conocerse su destino. El palacio continuó deteriorándose, hasta que a finales de los años 90 fue reconocido el derecho de la alcaldía de Kunín a su propiedad, con lo que comenzó un gran esfuerzo por la salvación del histórico edificio. A la alcaldía le brindaron ayuda entonces los descendientes de los antiguos propietarios del palacio, quienes viven en Austria mayormente y quienes hasta el presente suelen visitar Kunín de vez en cuando.

Los antiguos propietarios del palacio de Kunín estarían contentos seguramente con el aspecto actual del inmueble. Y también les alegraría saber que los interiores fueron decorados nuevamente con retratos de los antiguos inquilinos y con objetos de su uso personal.

Viktor Bauer,  foto:  Palacio de Kunín
El último propietario del palacio local, el empresario Viktor Bauer, fue un gran admirador de América Latina. Algún tiempo fue incluso cónsul honorario en Cuba. Su idea era abandonar Europa para siempre, pero al final desistió de ese plan. No obstante, América Latina se convirtió en el nuevo hogar de su hermano menor Petr Pavel. Al llegar a uno de los comedores del palacio, Jaroslav Zezulčík nos cuenta esa historia.

”En la esquina de este Gran Comedor hay un pequeño mueble guarda vajilla, con una estatuilla de Ícaro encima. Ésta le fue regalada a Viktor Bauer cuando en 1910 obtuvo la licencia para pilotar. Los Bauer estaban enamorados de los aviones. Entre 1910 y 1911, el hermano menor de Viktor Bauer, Petr Pavel realizó un viaje a la Amazonía y luego hizo estudios americanos y de geografía en Múnich. Al regresar a Kunín, decidió volver a América Latina. Vendió sus propiedades y el dinero lo invirtió en la compañía aérea colombiana Scadta, pasando a ser su director comercial. Con su familia se asentó en Chile, donde hasta hoy viven algunos de sus descendientes. Pero debido a que a su esposa no le gustó Chile, compró un palacio en Austria. Allí falleció en los años 60 del siglo XX”.

De América Latina del siglo XX nos trasladamos ahora a la España barroca. Nos detenemos junto a un retrato de un hombre en traje de la época y con el collar de la Orden del Toisón de Oro. Se trata del diplomático Bedřich August, el conde Harrach. Los Harrach juntaban cuadros y su colección, que actualmente se encuentra en un palacio en Austria, es una de las más grandes muestras privadas de cuadros barrocos a nivel de Europa Central.

Gran Comedor,  foto:  Palacio de Kunín
La afición de los Harrach a coleccionar cuadros tiene sus raíces en España. El abuelo del propietario del palacio de Kunín, Ferdinand Bonaventura I de Harrach, trabajó como diplomático en la Corte Española. Le fue dada la tarea de convencer a Carlos II de Austria, al último Habsburgo en el trono de España, que entregara el trono a sus familiares austriacos.

La misión de Ferdinand fracasó, pero en lo personal salió ganando. Se casó con una Dama de la Corte Española y a Moravia regresó también con un gran número de cuadros que dieron inicio a la posterior colección de los Harrach.

Entre los cuadros que decoran el palacio de Kunín hay un retrato de una dama, cuya historia también nos lleva a España, según señala Jaroslav Zezulčík.

”Esta mujer, que viste un traje bordado de oro, es la princesa María Eleonora de Liechtenstein. Su padre, uno de los más destacados aristócratas de su época, el príncipe Antonio Florián de Liechtenstein, abandonó Viena tres meses antes de nacer su hija y se fue a España con el príncipe Carlos de Austria, quien quería salvar la herencia del rey Carlos II para los Habsburgo austriacos. María Eleonora nació en 1703 y en 1719 se casó con el conde Federico Augusto de Harrach, nieto del embajador de Austria en España, Bonaventura I de Harrach. A esta dama se debe la existencia del palacio de Kunín. Fue ella quien invitó al lugar al arquitecto austriaco Johann Lucas von Hildebrandt. El palacio de Kunín es la única obra arquitectónica de ese constructor en Moravia y la República Checa en general”.

María Walburga de Harrach,  foto: Palacio de Kunín
En el palacio de Kunín podríamos encontrar todavía otros testimonios de los contactos de sus antiguos propietarios con países de habla hispana. Con España se relaciona igualmente la música que acompaña este programa especial de Radio Praga. Los Harrach eran grandes admiradores de la música española.

El compositor predilecto de dos de los miembros más relevantes de esa dinastía, Franz Anton de Harrach, arzobispo de Salzburgo y de Antonio Florián de Liechtenstein, padre de la fundadora del palacio, fue el músico italiano Antonio Caldara, quien, no obstante, se desempeñó largos años en España y en su obra influyó mucho la música española. Caldara compuso también una ópera con motivo de la boda del rey Carlos III, de España.

Como habíamos dicho con anterioridad, la temporada turística en el palacio de Kunín comienza en primavera, para luego cerrarse sus puertas nuevamente en otoño. En el pasado, el ritmo de vida en este palacio era muy parecido. Retornemos ahora al siglo XVIII, a los tiempos cuando llegó a Kunín María Eleonora de Liechtenstein, casada con el conde de Harrach, indica Jaroslav Zezulčík.

”María Eleonora llegó por primera vez a Kunín acompañada de su esposo en 1724, después de recibirlo en herencia de parte de su madre. Entonces había aquí un pequeño fortín de un piso. La condesa se espantó al ver el estado del fortín, que no respondía a la posición social de su familia, los Liechtenstein y la de su esposo, los Harrach. Seguramente ya entonces María Eleonora decidió reconstruir el fortín. Sin embargo, el trabajo de su esposo los llevó a Bruselas, donde vivieron hasta 1743, o sea que las obras y la inauguración del nuevo palacio estuvieron a cargo de un administrador”.

Las nuevas generaciones de los Harrach visitaban el palacio de Kunín casi exclusivamente en la temporada de verano. Más tarde la condesa María Walburga de Harrach lo escogió como su sede principal. Esta aristócrata era muy sabia y en el palacio fundó una escuela, en la que estudió el ‘padre de la resurrección de la nación checa’, el historiador František Palacký. El pueblo amaba a María y la apodaba ‘nuestra condesa bondadosa’.

María Walburga de Harrach,  foto: Palacio de Kunín
En vista de que el palacio era habitado solamente en verano, no había necesidad de un mantenimiento especial. En invierno vivía allí el administrador y unas tres sirvientas. En primavera, cuando llegaban sus dueños con su servidumbre, el lugar volvía a revivir.

Era necesario hacer una limpieza general de todo el palacio con anterioridad y preparar los salones y los dormitorios para la llegada de los dueños y sus invitados. Al igual que en otras sedes de la aristocracia, también en Kunín había una extensa biblioteca y un museo, una sala de bailes, varios comedores y dormitorios y otros cuartos.

Algunos tenían nombres originales, que no siempre eran aduladores. Por ejemplo, el cuarto de reuniones de la condesa María Walburga, la propietaria de mayor fama del palacio, era denominado ‘El Cuarto Verde’, según el color de sus paredes. Sin embargo, después del fallecimiento de la condesa, al cuarto comenzó a apodársele ‘El Cuarto de las Moscas’, por la cantidad de insectos que había en él y que llegaban de las cercanas caballerizas.

La temporada de estar en el palacio terminaba en otoño, a comienzos de noviembre, alrededor del onomástico de San Huberto, patrono de los cazadores, sostiene Jaroslav Zezulčík.

”Los últimos días de la temporada estival solía reunirse aquí mucha gente. En el palacio de Kunín se alojaban entonces familiares de sus propietarios, así como aristócratas de otros señoríos. Hasta avanzadas horas de la noche había fiestas y temprano en la mañana se salía a cazar a los bosques aledaños. Al acabar las diversiones, los sirvientes preparaban las maletas de sus amos. Aquí en el palacio tenemos expuestas varias maletas de la familia de los Fürstenberg. Los propietarios del palacio y sus invitados se iban a Viena a pasar el invierno y volvían a Kunín nuevamente en primavera. A finales del siglo XIX se viajaba en tren. Mientras tanto, a los empleados les fue encargado poner el palacio veraniego en orden”.

A pesar de que el inmueble aristocrático se encuentra situado en uno de los extremos del pueblo de Kunín, los habitantes locales entraban muy poco en contacto con los dueños del palacio y sus sirvientes. Esta sede era más bien un ‘mundo aparte’.

Los trabajos que antaño se hacían en el palacio antes de la llegada de sus propietarios y los que se hacen actualmente antes del inicio de una nueva temporada turística no difieren mucho. También ahora es necesario asear los salones de estar, dormitorios y comedores. Lo que más trabajo cuesta es lavar las ventanas y los espejos, ya que en cada palacio hay muchísimos. Una atención especial se dedica a la biblioteca, según señala Jaroslav Zezulčík.

”La biblioteca requiere un cuidado especial. Es necesario mantener una temperatura y humedad estables en los cuartos que la componen, ya que algunos libros tienen gran valor. La biblioteca la hemos dividido en dos partes. La primera, la llamada biblioteca de la familia de los Hohenems, que contiene publicaciones de los siglos XVI y XVII, fue instalada en la capilla palaciega. Los demás libros se encuentran un piso más abajo y tratamos de seguir ampliando la colección. Este año recibiremos libros que pertenecieron al fallecido padre Anton Dominik Schindler, párroco del pueblo moravo de Suchdol. En vista de que la casa del párroco en Suchdol fue construida por el arquitecto austriaco Hildebrandt por orden de los Harrach de Kunín, consideramos correcto que los libros sean expuestos en la capilla de este palacio”.

Además de la biblioteca, es necesario limpiar la vajilla y los cubiertos. Éstos y algunos recipientes y bandejas son de plata, así que hay que pulirlos hasta que brillen de nuevo y también hay que limpiar los manteles. Con toda intención hemos dicho limpiar, porque los manteles históricos no se deben lavar.

Al igual que otros textiles que hay en el palacio, los manteles datan del siglo XIX y llevan bordados con las insignias de los propietarios y con coronas principescas, que podrían destruirse sin un trato especial. Pero la limpieza de las piezas de plata que fueron traídas a Kunín desde Austria, continúa haciéndose de igual manera a lo largo de siglos, dice Jaroslav Zezulčík.

“Tenemos aquí una gran cantidad de bandejas y otros objetos de plata. Al fallecer en Austria a los 90 años de edad la hija del último propietario del palacio de Kunín, fuimos invitados por su hijo a Salzburgo. Nos enseñó la vivienda de su madre y dijo que deseaba regalar todo lo que había allí al palacio de Kunín. La señora, entre otras cosas, había tenido muchos objetos de plata que actualmente se exponen en el palacio moravo. Más bien sólo una parte de esa colección, porque este palacio fue habitado siempre sólo en verano y en este tipo de residencias no se solían exponer tantos objetos de plata”.

Durante nuestro recorrido por el palacio de Kunín hemos hablado con anterioridad de los cuadros que decoran el inmueble. Pero en las paredes del palacio hay también varios marcos, en los que no hay pintura alguna. Sobre el destino de uno de ellos nos lo cuenta Jaroslav Zezulčík.

”Este es un marco precioso y también uno de los objetos más valiosos del palacio. Pero está muy deteriorado. En los años 50 del siglo XX se derrumbaron los techos de este edificio que estaba en muy mal estado y se estima que el marco fue dañado entonces. Actualmente faltan recursos para restaurarlo y colocar en él un espejo en vez del cuadro que fue totalmente destruido. El espejo queremos ubicarlo después en el llamado Salón de Música y Baile, para que aparente ser de mayor tamaño y los bailarines se sientan como en un gran salón de bailes de gala”.

En el palacio hay igualmente una gran cantidad de floreros con flores. Según nos dijo Zezulčík, las flores siempre han decorado Kunín y esta tradición sigue siendo respetada. Los visitantes pueden asistir incluso a muestras de arreglo floral de estilo barroco e imperio. Además de flores cortadas hay en el palacio muchas flores en macetas.

En el siglo XIX las macetas con flores formaban frecuentemente un pequeño jardín en uno de los rincones de los salones. Hasta hoy el clima del palacio de Kunín es muy favorable para las plantas y el administrador Zezulčík afirma que las habitaciones locales podrían servir a modo de un hospital para flores. Tienen la experiencia de que cuando alguien trae acá una planta o una flor que está a punto de morir, a los pocos días de encontrarse en el palacio vuelve a recuperarse.

Una de las tareas de la administración actual del palacio que difiere absolutamente de las de sus antecesores, es organizar actividades interesantes que gustaran a los turistas. El año pasado, por ejemplo, se celebraron en Kunín festividades con motivo del 220 aniversario del nacimiento de María Walburga, la ‘condesa bondadosa’.

Este año los interesados podrán asistir a visitas nocturnas del palacio en el marco de la actividad ‘Noches en Castillos y Palacios’, a las ‘Festividades Palaciegas’, así como a una representación de una batalla histórica por la zona llamada La Puerta de Moravia.

Los turistas que lleguen al palacio de Kunín serán recibidos allí por su administrador, los guías y, desde lo alto de las chimeneas locales les saludará a lo mejor una pareja de cigüeñas que en verano acostumbra anidar aquí, según sostiene Jaroslav Zezulčík.

”Esperemos que vengan. Este año sería ya por decimocuarta vez consecutiva. Las cigüeñas se instalaron aquí durante la reconstrucción del palacio, después de ser reparados los techos. El ex alcalde del pueblo de Kunín nos trajo unas fotografías históricas de este edificio, de los tiempos de preguerra, en la que en unas chimeneas del palacio también se ve un nido con cigüeñas. Hemos llegado a la conclusión de que ahora vienen acá los descendientes de las cigüeñas de la foto. En vista de que esas primeras se habían instalado aquí en Kunín en los años 30 del siglo XX, a nuestras cigüeñas les hemos dado el nombre de Viktor y Markéta, según el nombre de los últimos propietarios de la sede. Esta pareja de aves goza aquí de gran popularidad”.

Es difícil predecir cuándo Viktor y Markéta llegarán al palacio de Kunín este año para dar a luz a sus nuevos descendientes. Lo que sí es seguro es que la nueva temporada turística ha comenzado aquí justamente en Pascua, cuando se han abierto a los visitantes las puertas del histórico edificio.

Autor: Martina Bílá
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