En caso de rendirse Ostrava, se rendirá Alemania

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La Segunda Guerra Mundial duró 2 194 días. Se incorporaron a ella 70 países que representaban más del 80 por ciento de la población total del Globo. Los combates se desarrollaron en el territorio de más de 40 Estados, participando en ellos 110 millones de personas. La conflagración mundial se cobró 50 millones de vidas humanas. El número de víctimas checas llegó a 320 mil. Con motivo del 60 aniversario de la derrota del nazismo que la República Checa conmemora estos días, hemos preparado un programa especial en el que averiguarán por qué el Ejército Rojo, que ayudó a liberar Praga, acudió desde Berlín y no del Este como era de esperar.

Ostrava,  el 30 de abril de 1945
"En caso de rendirse Ostrava, se rendirá Alemania", declaró Adolfo Hitler al visitar en marzo de 1945 Moravia del Norte. A finales de la Segunda Guerra Mundial Ostrava representaba el 35 por ciento de la producción industrial de la Alemania nazi. Después de que los Aliados se apoderaran de las zonas industriales alemanas del Ruhr y el Rhin, Ostrava en el Protectorado de Bohemia y Moravia pasó a ser la última ciudad donde funcionaban las minas y las fábricas siderúrgicas, en resumen, la industria pesada que servía de base de suministros para la industria de armamento del Tercer Reich.

El 10 de marzo de 1945 el Ejército Rojo inició en Polonia la denominada Operación Ostrava. Las unidades militares soviéticas debían alcanzar en pocos días la frontera del Protectorado de Bohemia y Moravia, liberar desde el noreste con un ataque directo Ostrava, continuar hasta Olomouc en Moravia Central, donde el Cuarto Frente Ucraniano se reuniría con el Segundo Frente Ucraniano, y juntos emprenderían la marcha hacia el Oeste para liberar Praga. Así debía haber sido.

Jaromír Breuer
Pero la Historia no conoce los ´si fuera así´. En el Norte de Moravia los ejércitos de liberación dieron con una resistencia encarnizada. El enemigo alemán recibió de Hitler la orden de defender a brazo partido su último bastión.

La Operación comenzó con un fracaso por motivos estratégicos, explica el experto en los combates por Ostrava y sus alrededores, Jaromír Breuer.

"Los ejércitos no estaban preparados y no se utilizó suficiente técnica militar. Durante los operativos de ataque, el que ataca debe gozar de una ventaja notable, lo que en ese momento no era el caso".

Además, desde enero de 1945 el enemigo estaba edificando en Moravia del Norte un sistema de defensa de cinco sectores de cincuenta kilómetros de longitud. Para la construcción de los refugios, las barreras antitanque y la excavación de las trincheras, fueron reclutados jóvenes checos de Bohemia y Moravia del Sur, es decir personas que no vivían en la región para que no pudieran realizar sabotajes.

Al cabo de una semana, cuando el Ejército Rojo había logrado avanzar sólo uno o dos kilómetros al día debido a la resistencia tenaz del enemigo, los ataques fueron suspendidos. El comandante del Cuarto Frente Ucraniano, el general Petrov, fue sustituido por el general y posterior mariscal Jeremenko.

Este decidió que Ostrava sería liberada desde el noroeste con una maniobra de envolvimiento de cien kilómetros haciendo un rodeo pasando por la ciudad de Opava. "Ostrava debe ser liberada con las menores pérdidas posibles en la industria", declaró Jeremenko.

En marzo de 1945 lucharon en el campo soviético 259 mil soldados. Su número creció sucesivamente a 300 mil. A ellos se enfrentaron al comienzo 150 mil militares alemanes del Ejército del general Schörner, subiendo su número en las fases posteriores de la Operación Ostrava a 210 mil.

El 18 de marzo de 1945 se inició cerca de la ciudad de Zory, en Polonia, la segunda fase de la Operación Ostrava. En los combates participó activamente la Primera Brigada Independiente de Carros de Combate Checoslovaca, que contaba con 65 tanques, constituida en la ciudad eslovaca de Kezmarok durante el Levantamiento Nacional Eslovaco después de la batalla por el paso de Dukla en 1944.

Casi el 50 por ciento de la Brigada lo formaban los checos de Volynia. Sus antepasados se fueron entre los años 1860 y 1870 a la Rusia zariana en búsqueda de una vida mejor. El 15 de abril de 1945 la Primera Brigada Independiente de Carros de Combate Checoslovaca cruzó en Sudice la frontera del entonces Protectorado de Bohemia y Moravia.

Algunos historiadores comparan la batalla por Sudice con los combates en Dukla. ¿Qué opina al respecto el veterano de guerra, ex efectivo de la Primera Brigada Independiente de Carros de Combate Checoslovaca, el coronel Bedrich Opocenský?

Bedrich Opocenský
"Era diferente en cuanto al terreno y a la época del año se refiere. Dukla consiste en montañas y bosques densos. En Dukla se combatió en septiembre, octubre, noviembre, se acercaba el invierno, hacía frío, llovía, había barro por todas partes. En Sudice ya era primavera, no había nieve ni barro, el terreno es ondulado y no hay tantos bosques. Pero en lo que se refiere a las víctimas y dificultades de combate, los dos lugares se pueden comparar. Los alemanes eran un enemigo muy difícil. Tenían buenas armas y estaban muy bien adiestrados".

En el marco de la Operación Ostrava los alemanes se aprovecharon del sistema de fortificaciones de hormigón edificado por la Checoslovaquia de preguerra como defensa contra el peligro que representaba el Tercer Reich. Según Jaromír Breuer, esa circunstancia no tuvo una influencia esencial en el transcurso de los combates, aunque la conquista de las fortificaciones se cobró muchas vidas, sobre todo del Ejército Rojo.

"Yo diría que fue algo importante, pero no pudo detener a los ejércitos atacantes. Cuando se construyó la fortificación en 1938, pertenecía a las más modernas de Europa. Sin embargo, durante los siguientes años, la técnica militar registró grandes progresos, los ejércitos asaltantes tenían más experiencia. Un ejemplo: Las fortificaciones estaban equipadas en el 38 con cañones modelo 36 con un calibre de 47 milímetros capaces de romper el blindaje de los tanques alemanes a una distancia de un kilómetro. Pero con el tiempo empezaron a fabricarse blindajes más fuertes. Esos cañones se continuaron fabricando durante el Protectorado y fueron utilizados durante el desembarco de los aliados en Normandía, pero contra la infantería".

Esquema de los combates

Los tanques checoslovacos y el Ejército Rojo avanzaban. A veces salvaban la distancia de 10 hasta 15 kilómetros al día, otras veces se quedaban parados por el enemigo sin moverse un metro durante todo el día.

Una semana entera se luchó a finales de abril por Hrabyne, un pueblo podría decirse insignificativo a unos veinte kilómetros al oeste de Ostrava. Su excelente situación estratégica en una meseta a 400 metros de altura y los bosques densos que lo rodeaban proporcionaron al Ejército alemán condiciones perfectas de defensa.

Stanislav Exner, oriundo de Hrabyne, que cumplía entonces 10 años, recuerda que todavía antes de comenzar la ofensiva del Ejército Rojo se estrelló en un bosque vecino de Hrabyne un Messerschmitt alemán. El piloto se recuperaba de sus heridas en el dormitorio de la familia de Exner. Tenía a su disposición incluso a su propio cocinero, que obsequiaba a los niños con chocolate, plátanos o naranjas. Las primeras granadas cayeron en Hrabyne a principios de abril.

"Entonces se decía que el frente estaba en Raciborz, Polonia. Una granada cayó en el cementerio local, otra cerca del actual depósito de bomberos. Allí fue herido un compañero nuestro de la escuela, Felus Krejcí. Le alcanzó la metralla. Todos los habitantes empezaron a prepararse para refugiarse en los sótanos, donde pasamos luego unos quince o diecisiete días. Nuestra casa fue incendiada, tuvimos que huir y al correr por el centro del pueblo junto a la escuela los alemanes nos gritaron ´halt´. Cruzamos la carretera, y allí ya nos gritaron los rusos ´stoj´. El frente pasaba prácticamente por el centro del pueblo".

La cronista de Hrabyne, Anna Kozaná, apuntó en los anales del pueblo las siguientes palabras.

"En las pausas del combate, que volvió a estallar por la noche, escuchamos de los campos un llanto y gemidos prolongados de una voz masculina. Allí en la oscuridad había alguien reclamando socorro, pero no era posible salir a ese infierno. A ratos se escuchaban también resonancias y golpeos extraños como si chocaran bolas de cristal contra las paredes de las casas. El día 21 de abril fue muy agitado, y la noche fue aún más horrorosa. Las explosiones eran tan fuertes que la gente tenía que cubrirse los oídos con almohadas. Era el llamado fuego de tambor - ´el afamado órgano de Stalin´, que lastimaba terriblemente los nervios y los oídos. La gente se ponía de rodillas y rezaba. En el sótano del palacete el cura dio la absolución sacramental a todos, ya que pensaban que les iba a llegar su hora. El fuego de artillería destruyó la torre de la iglesia, que primero se movió hacia el sur colgando en el aire, y luego se cayó".

Stanislav Exner
Sin embargo, ni las luchas encarnizadas pudieron hacer que los chicos de Hrabyne dejaran de jugar. "Cuando regresaba a casa, lo primero que tenía que hacer era mostrar los bolsillos a mi papá. Recogíamos en la calle cartuchos, vainas e incluso pistolas olvidadas", recuerda Stanislav Exner.

"Un tanque alemán estaba estacionado en el cementerio. Mi hermano mayor tenía trece años, yo tenía diez y mi hermano menor había cumplido los cinco. Un día, al haber calma, nos escapamos del sótano y fuimos a mirar ese tanque. Cuando volvieron a disparar, los dos mayores nos fuimos corriendo y dejamos al pequeño allí. Un soldado alemán lo trajo luego al sótano diciendo: ¡Tomen al chico, nos está saltando sobre el tanque! Simplemente, ya éramos chicos experimentados y no teníamos tanto miedo del frente. Pero luego ocurrió un desastre. Dos chicos, uno de la misma edad que yo y otro que era tres años menor, encontraron una granada de mano alemana. Esa granada de ataque con un asa de madera. Se pusieron a desmontarla. Al tirar del cordel levantaron el seguro de la granada. La explosión les hizo volar a ambos por los aires. Luego también cogimos miedo".

Hrabyne fue liberada el 28 de abril de 1945.

Anton Dropa
El piloto de caza Anton Dropa, oriundo del pueblo eslovaco de Lazisko, se incorporó a la Primera División Aérea Mixta Checoslovaca durante el Levantamiento Nacional Eslovaco en 1944, después de desertar del Ejército de la Eslovaquia fascista al campo soviético. En la Operación Ostrava tomó parte desde mediados de abril de 1945 hasta el final de la guerra. Tenía entonces 24 años.

"Nuestra tarea consistía en proteger nuestros aviones de batalla ante los caza alemanes, para que pudieran lanzar bombas contra objetivos enemigos. Sin embargo, en esa época la Luftwaffe, la aviación alemana, estaba ya tan debilitada que al aparecer sus aviones en el horizonte y tratar nosotros de destruirlos, ellos huían. Suponíamos que eran pilotos jóvenes sin experiencia que temían a los aviones señalizados con la estrella roja soviética".

El Lavochkin 5 que manejaba Anton Dropa logró esquivar exitosamente las balas enemigas. No todos sus compañeros tuvieron la misma suerte.

"Recuerdo a los pilotos Slatinský y Bílek que con su Ilyushin 2 realizaron ataques aéreos en las cercanías de Ostrava. Su avión se estrelló sobre el pueblo de Závada después de haber sido batido por fuego de ametralladoras. Ambos pilotos perecieron en las llamas. Los habitantes del pueblo enterraron sus restos mortales en el cementerio local. Al enterarse los fascistas de que se trataba de pilotos checoslovacos ordenaron exhumarlos y enterrarlos en estiércol como venganza. Apenas después de finalizarse la Guerra pudimos celebrarles un funeral digno".

Los tanques checoslovacos avanzaron desde Hrabyne a Velká Polom, Cavisov, Lhota, hasta alcanzar Klimkovice, donde se detuvieron en la orilla del río Oder. "Allí el mando soviético nos cedió el honor de participar directamente en la liberación de Ostrava", recuerda el coronel Bedrich Opocenský.

"Tuvimos que vadear el río porque no había allí ni un puente. Logramos encontrar el vado gracias a los soldados que procedían de esa región y lo conocían. El lugar se llamaba ´U Korýtka´ - ´A la canaleta´. Antes pasaban por allí las vías, era una cañada cubierta. Así que sin ser descubiertos logramos desplazarnos hasta Ostrava-Zábreh y los alemanes se quedaron espantados porque aparecimos a sus espaldas".

El tanque de Bedrich Opocenský se atrasó un poco, ya que en Klimkovice se le rompió la llanta, el defecto más frecuente que puede sufrir un carro blindado. Al llegar a Zábreh, ya le esperaba allí el estado mayor checoslovaco y el capitán Janko le ordenó trasladarse a Ostrava Silesiana. "Yo no sabía dónde se encontraba Ostrava Silesiana, porque me encontraba en la ciudad por primera vez en mi vida", relata Bedrich Opocenský.

Trincheras en Zabreh
´U Korýtka´

"Pero nos rodearon varios chicos de Ostrava y decían: Les vamos a llevar allá, sabemos dónde es. Les permití subir al tanque, se sujetaron como garrapatas. Teníamos un par de fusiles como reserva, se los pusimos a los chicos en la mano, ellos estaban felices de poder luchar, y me guiaron por Ostrava hasta el Puente de Milos Sýkora".

Bedrich Opocenský y su dotación recibieron la orden de proteger el legendario tanque 051, el primero que cruzó el río Ostravice a través del mencionado puente, el único de Ostrava que los fascistas alemanes no lograron volar por los aires. Después de la Guerra el puente fue denominado según su salvador, Milos Sýkora, un joven obrero que puso fuera de servicio los explosivos que habían colocado los alemanes bajo el puente.

Josef Plonka, de Ostrava, hoy de 82 años de edad, era desde el año 1939 miembro de un grupo de resistencia juvenil, que imprimía carteles antinazis, escribía lemas de protesta y colgaba banderas checoslovacas en los tranvías o los carriles que transportaban el carbón sobre la ciudad. En mayo de 1940 fue detenido. Después de salir de las cárceles hitlerianas, volvió a incorporarse a las actividades ilegales, que incluían asimismo sabotajes.

En abril de 1945 Josef Plonka fue encargado de proteger la mina Teresa de su destrucción. Con ayuda de los guardianes que sabían dónde los alemanes habían colocado los explosivos, Plonka y sus compañeros salvaron la mina. "La bienvenida al Ejército Rojo fue muy cordial. Salimos de la mina, los soldados subían por las aceras hacia la colina de Hladnov, la gente lloraba", cuenta Josef Plonka.

Tanque 051
Cementerio provisional frente al Ayuntamiento

"El primero de mayo, lo recuerdo como si fuera hoy, apareció en la mina un compañero mío y me dijo: Milos Sýkora murió al salvar el puente. Fue un gran golpe. Conocía a Milos desde que éramos alumnos, él era dos años mayor. Era una persona excelente, modesta. Su cuerpo fue depositado primero en la casa de su madre, que vivía junto al parque cerca del Ayuntamiento Nuevo de la ciudad. El día de su funeral, llevamos su ataúd a la entrada del Ayuntamiento, donde estuvo expuesto por cierto tiempo, y luego le enterramos en el cementerio provisional frente al Ayuntamiento, donde descansaban también oficiales soviéticos. Posteriormente fue exhumado y enterrado en el cementerio central de Ostrava. Hoy la tumba de Milos Sýkora se encuentra en el cementerio de Ostrava Silesiana".

Regresemos todavía a las horas tardías de la tarde del 30 de abril de 1945 y dejemos hablar a Bedrich Opocenský.

"En el lado opuesto del río, detrás del puente, había edificios altos en los que se habían fortificado los alemanes. De las ventanas lanzaron disparos de bazuca contra el tanque 051 y lo incendiaron. Hubo muertos y heridos. Al verlo empecé a disparar contra esas ventanas desde mi tanque para dar protección a los hombres de la dotación del 051 que regresaban corriendo a través del puente hacia nosotros. Así terminé en el Puente de Sýkora".

Era la noche del 30 de abril de 1945. Ostrava, el corazón industrial del país, fue liberada. La Operación Ostrava se prolongó hasta el 5 de mayo. Ese día los ciudadanos de Praga ya luchaban por la capital. Para la capitulación de la Alemania hitleriana faltaban tres días.