“Estuve por toda Europa conduciendo un tanque para el General Patton”

‘El Convoy de la Libertad’, foto: Borja de Jorge

El acto central de las conmemoraciones de los 70 años de la liberación de Pilsen tuvo lugar el domingo, con ‘El Convoy de la Libertad’. Un desfile de más de 300 vehículos militares al que acudieron también unos 30 veteranos de la Segunda Guerra Mundial que formaron parte del ejército que liberó la ciudad. Radio Praga habló con uno de ellos.

‘El Convoy de la Libertad’,  foto: Borja de Jorge
Apodado por sus tropas “blood and guts” (en español, “sangre y agallas”), el general estadounidense George Patton nunca pudo perdonarse no haber continuado su cruzada contra los nazis más allá de la ciudad checa de Pilsen. Fue un 6 de mayo de 1945, tres días antes de que finalizase oficialmente la Segunda Guerra Mundial, cuando Patton tuvo que detener sus tanques del III Ejército norteamericano a las puertas de Praga, en virtud del acuerdo secreto entre Washington y Moscú por el que se dividían el Viejo Continente. En la ciudad cuna de la cerveza moderna, el alto mando tuvo que decir adiós a su objetivo de no parar hasta llegar a los pies de Stalin. Más tarde, llegaría el Comunismo a Checoslovaquia y con él el olvido de la liberación de Patton.

Pero con la caída del Muro de Berlín, la mentira también se derrumbó, y ya en la Checoslovaquia democrática de 1990 los habitantes de Pilsen empezaron a celebrar ‘El Homenaje a la Liberación’, un evento marcado en sus inicios por las connotaciones políticas, pero que ha adquirido en los últimos años un carácter festivo y turístico.

Un sentido homenaje de Pilsen a sus liberadores, en el que este año han sido honrados unos 30 veteranos de guerra. Reuben Schaetzel, uno de los soldados que liberó la ciudad y que ha vuelto por primera vez a Pilsen desde el fin de la guerra cuenta así su regreso.

Reuben Schaetzel,  foto: Borja de Jorge
“Ha sido importante desde mi punto de vista ya que no había estado aquí desde 1945 y por lo que he visto ha habido celebraciones en el pasado y hay un gran sentimiento por los estadounidenses, por la gente y por los soldados. Estoy aquí para tomar parte, ¿sabes? Mis amigos me convencieron para venir, y estoy muy agradecido de ver cómo los checos aprecian a los americanos. Nos alegra que sea de esa manera ya que podría haber sido mucho peor”.

Schaetzel, natural de Wisconsin, donde a sus 92 años sigue vendiendo Chevroletts, recuerda cómo fue su paso por la contienda.

“Empecé la guerra en Omaha Beach. Aterricé en el Día D y estuve por toda Europa conduciendo un tanque para el General Patton”.

Acompañado de gran parte de su familia, Schaetzel confiesa que lo recuerda todo, pero que “algunas partes de la historia no son muy buenas”. Pero volver a Pilsen después de contemplar los horrores de la guerra, no le ha sido difícil al que fuese conductor de tanques del III Ejército estadounidense.

“Estaba deseando volver, estoy muy contento porque había escuchado mucho sobre como los checos se sentían sobre los estadounidenses y quería comprobarlo. Y hoy en el desfile fue algo increíble, no lo puedo describir con palabras”.

Como él, son cada vez menos los veteranos que quedan de aquellos que lucharon en la mayor guerra que el mundo ha conocido y que hoy, 70 años después, pueden estar orgullosos de haber hecho un innegable favor al mundo, a la República Checa y en especial a la ciudad de Pilsen.

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