La Revolución de Terciopelo vista por un historiador español

Foto: Dana Kyndrová

La historia del siglo XX en Chequia no se entendería sin la Revolución de Terciopelo, dichas protestas callejeras supusieron la culminación de un proceso de descontento que puso fin a 40 años de régimen socialista. El historiador español Sigfrido Vázquez nos ofrece su visión de este proceso.

Foto: Dana Kyndrová

El 17 de noviembre de 2019 se cumplen exactamente 30 años del inicio de las protestas conocidas como la Revolución de Terciopelo, cuya consecuencia de más peso fue el fin del régimen comunista en Checoslovaquia.

La apertura definitiva llegó a Checoslovaquia un poco más tarde que a otros países vecinos, dado que el Gobierno local era más firme a la hora de mantener los principios socialistas. No obstante, el país no era ajeno a ciertos factores que se iban extendiendo por el Bloque del Este, y que posteriormente llevarían hasta la Revolución de Terciopelo.

Sigfrido Vázquez | Foto: Daniel Ordóñez,  Radio Prague International
Para debatir sobre este tema, Radio Praga Internacional pidió su punto de vista al historiador español Sigfrido Vázquez, actualmente profesor en el Departamento de Historia de la Universidad de Extremadura. Además, Sigfrido Vázquez también conoce muy de cerca la República Checa, donde ha ejercido como docente y también sigue realizando parte de su labor investigativa en la Universidad Metropolitana de Praga.

En opinión del historiador español, fue fundamental la “perestroika”, esas reformas promovidas desde la Unión Soviética que rápidamente mostraron su efecto en el resto de países bajo su influencia.

“Creo que lo más importante es el momento de la llamada “perestroika”. Ese momento de apertura desde el régimen soviético, que con Mijaíl Gorbachov había iniciado desde mediados de la década de los 80 ese proceso de cambios en la política de la Unión Soviética. En ese marco de reformas del sistema comunista es donde tenemos que entender la Revolución de Terciopelo”.

Como se ha dicho, en algunos países vecinos las consecuencias fueron evidentes antes de la Revolución de Terciopelo. Un ejemplo es el de Polonia, donde en junio de 1989 llegaron a celebrarse elecciones con la presencia de partidos no comunistas. Unas elecciones que llevaron a Tadeusz Mazowiecki a ser primer ministro con el movimiento Solidaridad.

“Llevaba un proceso más amplio desde principios de los 80, había ya alguna apertura por parte de los militares, y aparecían movimientos como Solidaridad, que iban adquiriendo una fuerza paulatina muy grande. Con grandes huelgas que dieron lugar incluso a unas primeras elecciones en el año 89 en las que participaron partidos no comunistas”.

Foto: Katetřina Ayzpurvit
También Hungría y Alemania Oriental vieron removerse los cimientos del sistema con antelación, prosigue Sigfrido Vázquez.

“En la Alemania Oriental hacía ya mucho tiempo que la situación era bastante crítica y muchos de los ciudadanos querían pasar a Occidente. En Hungría también, en este caso el Partido Comunista había entrado en una fase de descomposición bastante fuerte. Podemos decir que fue una ola que poco a poco fue avanzando por todo el Este. Lo que ocurre en Checoslovaquia es una consecuencia más de esta onda de crisis del sistema de los Estados soviéticos del Este de Europa”.

De hecho, una semana antes del inicio de la Revolución de Terciopelo se produjo la caída del Muro de Berlín, la cortina que dividía Europa en dos. Los ciudadanos checoslovacos sintieron de cerca este suceso, algo que sin duda debió ser otro de los impulsos que llevó a la gente a salir a la calle.

En Checoslovaquia, el claro representante de la Revolución de Terciopelo fue Václav Havel, renombrada figura de la disidencia y fundador de Foro Cívico, movimiento político nacido a raíz de la Revolución que lo acabaría llevando hasta la presidencia de Checoslovaquia.

Aunque probablemente podemos encontrar paralelismos entre la figura de Lech Wałęsa en Polonia, que ganó el Premio Nobel de la Paz en 1983, y la de Václav Havel en Praga, por el momento histórico que vivieron y la función que cumplieron, sus orígenes y su legado son muy distintos.

Cita de Václav Havel con  el jefe del partido Comunist,  Ladislav Adamec,   (1989),  foto: ČT24
Para Sigfrido Vázquez, Václav Havel era una figura más amable a ojos de Occidente, lo que ayudó a que su prestigio internacional siguiera creciendo y entablara amistad con otros líderes mundiales, como fue el caso de Bill Clinton.

“Fueron dos personajes evidentemente muy distintos. Mientras que Walesa podemos decir que era más un obrero, un perfil más estrictamente político, que había forjado su nombre a través de las acciones del sindicato Solidaridad, Havel tiene un perfil distinto, es un intelectual, un escritor que tiene cierto prestigio internacional. Y, sobre todo, podemos decir que para parte de Occidente fue visto como una cara amable. Creo que fue más fácilmente aceptada su imagen a nivel internacional”.

Al final, el 29 de diciembre de 1989 Václav Havel se convirtió en el presidente de Checoslovaquia. Posteriormente, sería el primer presidente de la historia de la República Checa, tras su creación en 1993.

El gran salto de la economía checa

De izquierda: Bohumil Hrabal,  Václav Havel y Bill Clinton | Foto: Jiří Jírů
En el ámbito económico, si miramos al país que se iniciaba en un régimen democrático en 1990 y a la República Checa actual se podría decir que estamos frente a dos mundos distintos.

Muchos acontecimientos se han dado en Chequia hasta llegar al país moderno y referente económico en la región al que estamos acostumbrados hoy en día. Entre otras cosas, en 1993 se produjo el llamado Divorcio de Terciopelo, y Checoslovaquia se dividió en la República Checa y en la República Eslovaca.

El salto económico vivido, es digno de análisis histórico, explica Vázquez.

“El país ha cambiado muchísimo. Y el salto es mayor si lo contemplamos desde cómo se encontraba el país en el año 89, que el Estado se encontraba en un proceso grave de descomposición, y la economía se encontraba en una situación caótica. Solo hay que ver cómo se encuentra hoy la economía de, al menos, República Checa, en Eslovaquia no es tan boyante pero no es mala. Pero la de la República Checa ha dado un salto cualitativo y cuantitativo de una escala impresionante. Seguramente con el tiempo los historiadores estudiaremos ese gran salto económico que ha dado la República Checa después de la caída del comunismo”.

Cita de George Bush y Lech Walesa en Washington  (1989),  foto:  David Valdez,  free domain / Wikipedia
Aunque el historiador español resalta que es llamativo que todavía un porcentaje significativo de la sociedad se muestre negativa frente a la situación del país. Hay personas que sienten que sus expectativas no se han cumplido con la llegada de la democracia.

“Lo que llama la atención quizás es cómo la población no es tan optimista con ese cambio. Observo, y no sé si tiene que ver con la idiosincrasia del pueblo checo, un cierto pesimismo, una cierta visión de que la situación del país es negativa. Y claro, en aspectos políticos hay evidentemente muchas carencias, muchas dificultades, pero quizás las expectativas respecto a lo que pensaban que iba a ser volver al mundo Occidental eran más altas que lo que al final se ha logrado”.

Los especialistas checos que han estudiado el tema apuntan a que algunos ciudadanos sienten que el Estado los ha dejado de lado, y añoran las instituciones del régimen socialista.

El papel de la Unión Europea

La República Checa es actualmente miembro de la OTAN, un paso que dio en 1999, y miembro de la Unión Europea desde el año 2004. Su integración en estas instituciones fue esencial para que se diesen los cambios que han sucedido durante las últimas décadas.

Foto: U.S. Department of State,  Flickr,  public domain
Sigfrido Vázquez añade que su entrada a la UE y su vinculación a la economía alemana son una parte inherente del salto económico de Chequia. Además, recalca que su decisión de no adoptar el euro como moneda le acabó resultando positiva en tiempos de crisis.

“Creo que es fundamental. No se entendería ese salto sin ese vínculo. Es cierto que hay que entenderlo dada la situación geográfica de la República Checa. Es un país que está muy vinculado a la economía alemana, y desde luego, los años de progreso de la economía alemana han afectado de manera muy positiva a la República Checa. Primero, por esa vinculación entre ambas economías y su proximidad, y, por otra parte, por una solución estratégica que se ha visto con el tiempo positiva que fue no entrar en el euro”.

Para los historiadores, es de gran interés el proceso de evolución de Chequia hasta convertirse en uno de los países más estables de la zona, un modelo a seguir.

“Eso es lo que interesa como fenómeno histórico, y cómo dentro de los antiguos países del Bloque del Este sea posiblemente el modelo más exitoso”.

Sigfrido Vázquez,  foto: archivo de la Universidad de Extremadura
Los ecos de la Revolución de Terciopelo también llegaron a España, donde muchas personas no pudieron evitar ver algunos paralelismos con la Transición, el cambio de régimen que una década atrás se había llevado a cabo en España de forma relativamente pacífica. Aunque por supuesto, cada uno de estos procesos tuvo sus características propias.

Por otro lado, todavía existe cierta desactualización entre algunos españoles, que desconocen que Checoslovaquia ya no existe y que el país se dividió en dos. No obstante, el auge de Praga como destino turístico y las relaciones entre países dentro de la UE van rompiendo antiguos esquemas.

Como agrega el historiador Sigfrido Vázquez, el conocimiento de los españoles sobre Chequia va aumentando paulatinamente.

“Creo que hay una dualidad interesante. Los españoles conocen Praga bastante bien, yo creo que debe ser uno de los destinos principales de los españoles en Europa, sin embargo, muchos no lo relacionan con la República Checa. Incluso todavía continuamente se escucha hablar de Checoslovaquia, como si no hubiera sucedido la separación. La mayoría de los españoles conocen bien Praga, pero apenas saben mucho de la República Checa. Pero bueno, eso también va cambiando mucho con el tiempo”.

Lo cierto es que la conexión entre Chequia y España se ha ido intensificando en los últimos años tanto en lo económico como en lo cultural. De hecho, justo este 2019 se cumplen 100 años desde el inicio de las relaciones diplomáticas entre ambos países.

Dos países que, con sus particularidades y su propia situación histórica, han vivido de cerca en las últimas décadas la transición de un régimen dictatorial a un estado democrático, con todos los retos que ello implica.

Puente de Carlos | Foto:  Ondřej Tomšů,  Radio Prague International
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