Los disparos de la Revolución de Terciopelo

Foto: Dana Kyndrová

El cambio de régimen en Checoslovaquia no llegó de golpe. La década de los años ochenta se vio marcada por una serie de factores que quitaron fuerzas al socialismo hasta llevarlo en 1989 a su último suspiro.

Foto: Archiv von Jiří Venclík,  Ústav pro studium totalitních režimů

Mijaíl Gorbachov,  foto: UN,  Saw Lwin
Las cuatro décadas de comunismo concluyeron en Europa con una serie de revoluciones impulsadas por la situación socioeconómica de la Unión Soviética y los países del Bloque del Este.

La devastada economía obligó a los representantes del régimen a implementar una nueva estructura económica que llegó en 1985 de la mano con del nuevo Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov. Esta reorganización, conocida como “perestroika”, se planteó convertir a la Unión Soviética en una economía de mercado.

Una economía enferma

La economía checoslovaca se regía desde la llegada del poder comunista por las instrucciones de la Unión Soviética. Las bases de la economía centralizada, gestionada a partir planes de varios años asignados por el Estado, quitaron a Checoslovaquia el aliento.

Aunque el régimen aseguraba a los ciudadanos que la economía nacional se encontraba en perfecta forma, la realidad era diferente, según sostuvo para la Radio Checa la economista Eva Lipovská.

“Los problemas de la economía socialista, es decir, la economía centralizada, eran dos: la derogación de las señales de precios del mercado y la abolición de la propiedad privada”.

“Los problemas de la economía socialista, es decir, la economía centralizada, eran dos: la derogación de las señales de precios del mercado y la abolición de la propiedad privada”.

Los comunistas iniciaron el proceso de nacionalización de propiedades después del fin de la Segunda Guerra Mundial y anularon el derecho a la propiedad privada.

Esta realidad provocó una falta de inversiones en la industria, la ciencia y la investigación. Esta deficiencia convirtió a Checoslovaquia en un país no competitivo, especialmente frente a los mercados occidentales, prosigue la economista Lipovská.

“Podemos decir, que igual que en la época de la Primera República, Checoslovaquia exportaba a Occidente productos de menor valor añadido, y las consecuencias las notamos hasta la actualidad en nuestras nóminas, entre otros”.

Las reformas implementadas a mediados de los años ochenta por Gorbachov no brindaron progreso. Todo lo contrario, la calidad de vida fue descendiendo, con lo que aumentaba proporcionadamente el descontento de los ciudadanos.

El camino hacia la libertad

Eva Lipovská,  foto: FB de Hana Lipovská
Un paso hacia la democracia llegó con la política de 'glásnost', o la apertura, implementada por Gorbachov y basada en la transparencia informativa, la apertura hacia los medios de comunicación y la libertad de expresión, que hasta entonces estaban oprimidos por el régimen.

Estos cambios, que hacían perder a la Unión Soviética su carácter totalitario, abrieron el camino hacia la libertad.

La liberación del bloqueo informativo permitía a los ciudadanos comparar la calidad de vida entre los países de Occidente y Oriente, lo que aumentaba el descontento general.

Las 458 palabras o ¡Ya basta!

Radio Europa Libre  (Múnich),  foto: archivo de RFE
Con la llegada del año 1989, la energía revolucionaria en Checoslovaquia cobraba cada vez más fuerza. En enero, se celebró una serie de manifestaciones con motivo del 20º aniversario de la muerte de Jan Palach, estudiante que se autoinmoló en 1969 en protesta contra la ocupación soviética. Esta serie de manifestaciones disparó nuevas ideas de cómo desestabilizar el régimen totalitario.

El 29 de junio de 1989, Radio Europa Libre emitió al éter la proclamación 'Varias frases' ('Několik vět'), que contribuyó significativamente a la caída del régimen comunista.

Sus autores, que eran los mismos que formularon la Carta 77, exigieron la liberación de los presos políticos, la derogación de la censura, el cese de la restricción de la libertad y el inicio de un debate liberal sobre la situación política y social en los años cincuenta, así como sobre la ocupación de Checoslovaquia por las Tropas del Pacto de Varsovia de 1968.

'Několik vět',  foto: Marián Vojtek,  ČRo
“Apelamos a las autoridades de nuestro país a que entiendan que han llegado tiempos de cambios en el sistema verdaderos y minuciosos. Estos cambios serán posibles y exitosos solamente con un debate liberal y democrático. El primer paso para llevar a cabo unos cambios razonables, comenzando por una nueva Constitución y terminando con una reforma económica, tiene que ser un cambio del ambiente social fundamental en nuestro país, que necesita el regreso del espíritu de la libertad, la confianza, la tolerancia y la pluralidad”.

La pronunciación apelaba a los radioescuchas a que agregaran su firma en caso de que estuvieran de acuerdo con su contenido. En cinco meses se lograron reunir más de 40 000 firmas de personas de todas las clases sociales. La gente tenía cada vez menos miedo de manifestarse y durante 1989 tuvieron lugar varias protestas de diversa intensidad.

Fin del comunismo en Polonia y Hungría

El poder comunista se estaba desmoronando en Europa y empezaron a doblar las campanas. El primer país del Bloque del Este que acabó con el totalitarismo fue Polonia, donde se celebraron las primeras elecciones “medio libres” en junio de 1989, que llevaron al poder al partido de oposición Solidaridad.

Poco después, también Hungría logró que los comunistas dejaran el mando. Checoslovaquia todavía tuvo unas semanas de lucha y esperanza por delante, pero la transformación hacia la democracia no se hizo esperar durante demasiado tiempo.

Foto: Dana Kyndrová