Lo Que Duele Dejará De Doler (2002)

Natalia Moreno, a su espalda la Iglesia del Sagrado Corazón, foto: Ana Briceño

Hace tres años que la capital checa es la morada oficial de la argentina Natalia Moreno. Radio Praga pasó algunas horas con ella, caminamos y terminamos en una de las cafeterías de su distrito, charlando sobre los vínculos que hasta ahora ha entretejido con Praga.

Natalia Moreno,  a su espalda la Iglesia del Sagrado Corazón,  foto: Ana Briceño

Nos encontramos con Natalia en los alrededores de la plaza de Náměstí Míru, para ella un punto de encuentro usual, ya que es el corazón del barrio Vinohrady, donde ha residido desde que llegó a Praga en 2015.

Se trata de un barrio histórico colmado de edificios que datan de finales del siglo XIX y de la primera mitad del XX. Comprende algunas de las edificaciones más icónicas de la ciudad: la Iglesia neogótica de Santa Ludmila; el Teatro de Vinohrady, al estilo Art Nouveau; y la Iglesia del Sagrado Corazón, que entre tantas que hay en la capital es una de las más sobresalientes por sus modernas formas.

Natalia Moreno,  a su espalda la Iglesia de Santa Ludmila,  foto: Ana Briceño
Dejando a un lado lo que dicen las crónicas y los libros de turismo, Natalia nos habla de su Vinohrady.

"Vivo en Vinohrady, en la calle Polská, y estoy cerca de Žižkov, es en el medio digamos. Me gusta porque tengo cerca un parque, el de Riegrovy sady y también la plaza de Náměstí... Jiřák. Siempre en los días ahora de primavera y verano me encanta estar en el parque y ver gente. Tengo muchas cosas cerca, lo que necesite: negocios, restaurantes y mis amigos también viven en el barrio. Me queda el metro cerca para ir al trabajo así que... Es una zona tranquila y me gusta".

Curiosamente, Natalia usa la palabra "Jiřák", término acuñado entre los praguenses para referirse a otra de las plazas de su barrio, esa donde se alza la moderna Iglesia del Sagrado Corazón.

Praga en perspectivas

Divoká Šárka,  foto: Barbora Němcová

Fuera de los confines de su zona residencial Natalia también hace vida. Trabaja en Nové Butovice, una zona de bloques residenciales y centros de oficinas, adonde va cada día para laborar en una empresa de informática.

Parukářka,  foto: Kristýna Maková
Fuera de Vinohrady y Nové Butovice, sus lugares de rutina, parece que siente predilección por las vistas y espacios abiertos que le ofrecen diversos ángulos de la urbe.

"Siempre me gustó Vyšehrad, desde el primer día que lo conocí. Siento que tiene como una magia especial, sí. También me gusta la parte del río, Náplavka, caminar cerca del río también es un lugar que me gusta mucho; y el parque Parukářka, que también queda relativamente cerca de mi casa… es uno de los parques que más me gusta. Si bien no es tan bonito, es como una colina y desde ahí podés ver distintos puntos de Praga así que es uno de mis lugares favoritos y entrañables. Pero si tengo que elegir uno creo que es Vyšehrad".

Foto: Kristýna Maková
Añade que le gustan Stromovka, Havlíčkovy sady y Divoká Šárka. La verdad es que parece que no hay parque de la ciudad que no le guste a esta porteña.

En cuanto a la socialización con otra cultura, Praga ha resultado ser una expresión en miniatura del concepto de "aldea global", puesto que en esta ha logrado un círculo de amistades y colegas realmento mixto. Ella lo valora como un aspecto positivo de la ciudad, entre otros.

"Y aquí conozco gente de muchos lugares de Europa o también de América, que nunca hubiese conocido tal vez en Buenos Aires. Otra de las cosas positivas es una sensación de tranquilidad que me da vivir aquí, no sé... una sensación de paz que tal vez en Buenos Aires no encontraba. Si bien aquí la gente también vive acelerada en el día a día para ir a trabajar y demás, me encuentro tranquila, siento que nada me puede pasar".

Agrega que su impresión de seguridad está vinculada al hecho de que, en Praga, en casi cada rincón hay un bar, una cervecería, un restaurante o cafetería donde meterse, lo que le genera un sentimiento de resguardo. Una de las cosas que Natalia más disfruta en esos espacios de recogimiento es pasar el tiempo comiendo y degustando cerveza con su pareja y sus amigos.

Cervecería Únětice,  foto: Horakvlado,  CC BY-SA 4.0 International
"Yo no como carne así que me pierdo una buena parte de la comida checa, pero me gusta mucho el queso Hermelín. Lo que más me gusta obviamente es la cerveza. Para mí es que tiene un sabor muy particular, es como con cuerpo, pero a la vez puedes tomar sin sentirte pesada. Puedes tomar dos, tres cervezas y te sientes bien bien; no es tan gaseosa. Además. Es super rica. La que más me gusta, que sería mi 'pivovar' preferido es Unětice, 'desítku'".

Aunque confiesa que todavía le cuesta mucho la lengua checa, al escucharla hablar nos damos cuenta de cómo ha internalizado ya muchas palabras. Por ejemplo, dice "pivovar" para referirse a cervecería y "desítku", para llamar a la cerveza de 10 grados. No nos cabe duda de que cada vez que puede Natalia hace gala de su checo, y no es la acartonada lengua de un manual de estudio sino una muestra espontánea del argot callejero.

Otra ciudad, otro tiempo

Merkado,  foto: Kristýna Maková
Al inicio de cada año Natalia ya tiene en mente los eventos a los que asistirá y que ya se han hecho, por decirlo de alguna manera, tradición en su cotidianidad praguense.

Algunos de estos son el Ciclo de Cine Argentino, que se lleva a cabo en el cine Lucerna al que califica como uno de sus favoritos por su antigüedad; el festival de documentales Un Mundo; y Merkado, un evento que reúne a la comunidad latinoamericana en la plaza de Jiřího z Poděbrad, apenas a una cuadra del departamento de Natalia; y también menciona La Calle Mexicana, que se monta en el marco del evento Zažit Město Jinak, algo como "vivir la ciudad de manera diferente".

Para la joven argentina, Praga ha significado más que solo un desplazamiento físico y geográfico, una dislocación temporal.

"Creemos que el tiempo en Praga pasa más rápido o no nos damos cuenta del paso del tiempo de la misma manera. Todavía estoy buscando la razón, cuál es el motivo, pero creemos o creo que puede ser el hecho de que siempre hay actividades. Todos los días hay algo para hacer. Ya sea por la gente que conocés, que te invitan a un lugar o por la oferta cultural que hay".

Con música checa de fondo

La música e ir a conciertos es algo que Natalia particularmente disfruta y en

'Zrní',  foto: Ben Skála,  CC BY-SA 3.0
"Me gusta la música checa. Voy a conciertos de una banda que se llama Zrní, que la conocí hace poco, pero me gusta mucho. Siempre trato de leer las letras para entender, tratar de traducir y entender. Sí, las letras de las canciones son muy lindas. Ahora en unos días voy a su concierto nuevamente".

Zrní, banda originaria de la ciudad de Kladno y fundada en el 2009, no es la única banda que nuestra entrevistada sigue.

"La primera banda checa que conocí, por ver videos en la tele, es una banda hip-hop o rap que se llama PSH, con los cantantes Vladimir y Orion y también me gusta mucho. Cuando llegué a Praga, antes de vivir en mi departamento, vivíamos en un hotel, veíamos la televisión checa y ahí escuché por primera vez una de las canciones de este grupo que se llama 'Já to řikal'. Me gustó mucho y a partir de ahí me enteré de que es una banda de los 90, que fue muy famosa en los 90 y bueno empecé a escuchar lo viejo también".

Observando las particularidades checas

Natalia Moreno,  a su espalda la Iglesia de Santa Ludmila,  foto: Ana Briceño
Entre los afectos que Natalia dejó en su Buenos Aires natal están también sus perros. Tal vez sea por eso que cuando piensa en los distintivos de la sociedad checa, recalca la devoción canina.

"La relación con los perros en la ciudad. Podés encontrar perros en los bares, en los restaurantes, en el transpote público. Eso me parece muy bueno, me encanta. A mí siempre me gustaron los perros y verlos relacionarse con la gente en situaciones normales me gusta mucho".

Como a la ciudad también la hacen sus habitantes, no pudimos dejar de preguntarle a nuestra entrevistada cómo la han tratado los checos.

″Al principio me chocaba la actitud de las personas que sirven en los restoranes o bares, sentía que eran muy rudos, como el servicio público en general lo sentía un poco diferente a lo que estaba acostumbrada en Argentina. Pero fue una impresión que duró poco tiempo. Luego, si bien no hablo el idioma ni tengo tantos amigos, pero conozco a varias personas, empezás a darte cuenta de que es tan solo una cuestión cultural. Siempre dije y con mi pareja siempre decimos lo mismo que estamos súper agradecidos con República Checa en general″.

Ahora que se avecinan los días de sol, Natalia afirma que le hace ilusión ir a algún lago o un lugar con pileta, o piscina como se le conoce en otros lugares, para refrescarse; ir a tomarse una cerveza a algún parque cervecero, caminar a lo largo de la ribera del río, lo mismo de todos los años y así, pequeñas cosas, que le han permitido hacer a Praga suya.