"Praga en Europa es como Nueva York en América"

En esta ocasión invitamos al programa a la española Alejandra Pérez, que reside desde hace más de una década en Praga. Según nos explica esta madrileña, en la actualidad se concentra en el estudio y enseñanza del idioma español. La siguiente plática trata sobre sus experiencias e impresiones sobre la República Checa.

¿Cómo fue que decidiste venir a vivir a República Checa, un país tan distinto al tuyo?

"Bueno, llevo aquí ya más de una década, exactamente 13 años. Llegue en 1992 cuando Praga no tenía nada que ver con lo que es ahora, una ciudad sin movimiento. Recuerdo que entonces no se podía comer otra cosa que patatas, repollo y zanahorias, lo único que podías encontrar en las tiendas de verduras. Eso era lo máximo. No había yogures en las neveras, cosas de ese tipo. Y a nivel servicios, era como estar aún en la era comunista".

En 13 años este país ha cambiado mucho, y tú has sido privilegiada de poder ver ese proceso de cambio ¿Cómo lo describirías?

"Por una parte lo veo fantástico, ya que Praga es hoy como una ciudad plenamente europea. Da lo mismo estar aquí que en Madrid. Pero por otro lado veo este cambio negativamente ya que se ha ido al extremo del consumismo, del aparentar, de la vida de "multicentro", que ya es parte de la rutina diaria. Y eso me da pena, porque este país ha perdido su parte artística, la parte más genuina".

Estamos hablando todo el tiempo de Praga. ¿Consideras que el resto del país es igual?

"El resto de la República Checa es completamente diferente. Sales a 100, 150 kilómetros de Praga y la gente es diferente, más simpática, más abierta y comunicativa, pero te metes en un mundo totalmente distinto. Praga es como Nueva York en América".

Sin tratar de hacer un análisis sociológico, ni mucho menos. ¿Crees que se puede comparar a la sociedad checa con la española?

"¡Qué pregunta más difícil! Tendría que reflexionar más sobre el tema, pero creo que no hay nada que las une. Los valores humanos son completamente diferentes, partiendo de la base de que somos un país católico donde los valores están mucho más desarrollados. Luego a nivel de temperamento, forma de vida, el sol... bueno, no tiene absolutamente nada que ver una con la otra".

¿Y ha sido duro para ti adaptarte a la vida en este país?

"Si, ha sido duro. Muy duro porque tienes que aceptar muchas cosas a las que no estás acostumbrada, cosas que no te gustan en lo absoluto y que te violentan, como malas caras, malas contestaciones, etc. Y desde ese punto de vista es difícil adaptarse porque dices, bueno, estoy aquí y debo adaptarme como sea".

¿Qué sería lo más rescatable del tiempo que has pasado en República Checa?

"Bueno, creo que estos años me han dado también muchas cosas positivas. La vida es mucho más clara. Si necesito algo a nivel burocrático, aunque hay una cantidad de líos de papeles, creo que los trámites se pueden realizar más fácilmente que en España. La vida resulta mucho más organizada en cuanto a horarios, escuela, médicos, servicios. En ese aspecto me encuentro totalmente satisfecha".

¿Y en el aspecto humano?

"Siento mucho frío. Siento frío en el alma, como dicen por ahí (risas)".

¿Piensas regresar a España?

"Si, definitivamente. No quiero volverme checa, y el volverme checa significaría ponerme más fría".