La Iglesia Husita, una religión autóctona checa

Estatua de Jan Hus en la plaza de la Ciudad Vieja, foto: Kristýna Maková

Cuando los turistas que visitan la plaza de la Ciudad Vieja, en el centro de Praga, ven la iglesia de San Nicolás, pocos sospechan que pueda tratarse de un templo no católico. En realidad se trata del principal edificio de la Iglesia Husita Checoslovaca.

Los husitas fueron un movimiento reformista que surgió en Bohemia a principios del siglo XV y que fue liderado por el teólogo Juan Hus, una de cuyas estatuas se encuentra, por cierto, en la misma plaza de la Ciudad Vieja.

Los husitas fueron finalmente derrotados militarmente por los católicos, y Juan Hus quemado en la hoguera. Pero con el resurgimiento nacional checo en el siglo XIX, el movimiento husita se elevó a la categoría de símbolo nacional.

Estatua de Jan Hus en la plaza de la Ciudad Vieja,  foto: Kristýna Maková
Bohemia y Moravia se encontraban entonces bajo el Imperio Austrohúngaro, y los líderes del resurgimiento nacional identificaban el catolicismo con el autoritarismo de la dinastía de los Habsburgo, que en su opinión impedía el desarrollo de la nación checa como una entidad moderna, autónoma y democrática.

De hecho, la Iglesia Católica era utilizada por el emperador como arma ideológica en contra del llamado Resurgimiento Checo.

No es de extrañar, por tanto, que una vez conseguida su independencia en 1918, los checos se apresuraran a modernizar a la Iglesia Católica, lo que el 8 de enero de 1920 llevó al surgimiento de la Iglesia Husita. Se hizo a través de los sacerdotes más cercanos a la ideología del nuevo estado, agrupados en la llamada Unidad de Espiritualidad Católica.

Tomáš Butta,  el Patriarca de la Iglesia Husita Checoslovaca
Su seña de identidad era la exigencia de poder impartir misa en checo, algo que por aquel entonces el Vaticano tenía prohibido.

Nos lo cuenta el actual Patriarca de la Iglesia Husita Checoslovaca, Tomáš Butta.

“La Iglesia Husita Checoslovaca surgió en el año 1920, en el periodo de la Primera República. En 1918 había surgido el movimiento de modernismo católico, formado en Bohemia y Moravia. Y toda una serie de sacerdotes de esta tendencia, después de un largo periodo de indecisión, crearon finalmente una nueva Iglesia cristiana en nuestra región”.

El ambiente de exaltación patriótica favoreció rotundamente a la recién creada Iglesia Husita. La pertenencia a este nuevo cristianismo, más moderno y democrático que el catolicismo de entonces, era vista en

sintonía con los valores nacionales de Checoslovaquia y más acorde con los nuevos tiempos.

Por eso, aunque no sustituyó al catolicismo, que pervivió casi intacto en las zonas rurales, sí que alcanzó una importancia fundamental en las grandes ciudades. De su prolongado crecimiento da constancia el Patriarca Butta.

“La Iglesia Católica Romana experimentó una pérdida de aproximadamente dos millones de personas. En ese momento la Iglesia Husita se esforzó por rehabilitar el Evangelio y los principios morales ante estas personas que pasaban por una crisis espiritual, y hacerles llegar el legado cristiano. Así que al principio se contó con unos 200.000 miembros, luego 750.000 al final de la Primera República y casi un millón al final de la II Guerra Mundial”.

Entre la ortodoxia y el protestantismo

Aunque actualmente es estable en sus valores y ritos, la Iglesia Husita pudo haber sido muy diferente. Nadie tenía muy claro al principio qué rumbo debería tomar el nuevo movimiento, y ya en sus comienzos se enfrentaron dos tendencias bien diferenciadas.

Los representantes de cada una de ellas eran Karel Farský y Matěj Pavlík. El primero apostaba por una mayor cercanía al protestantismo de corte luterano mientras que Pavlík se inclinaba por imitar las formas de la Iglesia Ortodoxa serbia.

La postura de Pavlík no es de extrañar, ya que la ortodoxia se consideraba más cercana a la esencia de lo eslavo, y por tanto encajaba mejor con los valores nacionales checos. De hecho, Cirilo y Metodio, los misioneros que evangelizaron las tierras checas, eran cristianos del rito oriental.

Iglesia de San Nicolás en la plaza de la Ciudad Vieja
En 1922, Pavlík viajó a Estados Unidos durante unos meses y a su vuelta se encontró con que su enemigo ideológico, Farský, no solo había conseguido sacar adelante su catecismo entre los husitas, sino que había sido nombrado primer Patriarca de la Iglesia Husita Checoslovaca.

De esta manera, Pavlík y sus seguidores más acérrimos tiraron la toalla. En 1924 dejaron a sus correligionarios y se convirtieron a la Iglesia Ortodoxa.

Una Iglesia progresista

¿Pero en qué se diferencia la Iglesia Husita de la Católica? En principio, y como rasgo más visible, los sacerdotes se pueden casar. El patriarca Butta nos cuenta otras diferencias fundamentales.

“En el momento de su fundación hubo una fuerte democratización de la Iglesia, para que en ella participaran también los laicos. En este aspecto, la organización de la Iglesia es muy cuidadosa desde el principio. Y después, lo que tiene que ver con las mujeres. En nuestra Iglesia las mujeres pueden ser sacerdotes. En 1947 fue ordenada la primera”.

De hecho, la Iglesia cuenta desde 1999 con una obispa, la de Olomouc. Su nombramiento, por cierto, mereció el repudio del cardenal Vlk, quien aseguró que el hecho dañaba las relaciones ecuménicas entre las dos Iglesias.

Iglesia de la Iglesia Husita en Olomouc
Además de los aspectos sociales mencionados, como la elevada participación de los laicos en las decisiones de su congregación, la Iglesia Husita también presenta diferencias con la católica en el aspecto puramente teológico.

Por ejemplo, como principio básico, los husitas piensan que nunca es posible alcanzar la verdad absoluta y que simplemente hay que intentar acercarse lo más posible a la verdad, por medios humanos: la cultura, la observación o en general la apertura al mundo. También proclaman la libertad de conciencia.

El punto álgido y la caída

Durante el Protectorado de Bohemia y Moravia, muchos miembros de la Iglesia Husita participaron en acciones de resistencia. En la parroquia del barrio de Vinohrady, por ejemplo, funcionaba clandestinamente una emisora de radio destinada a informar a la población y criticar la ocupación nazi.

Estas actividades, junto con la vuelta a los valores checos posterior a la II Guerra Mundial, con una Checoslovaquia recién liberada, llevaron a los husitas a su cenit de popularidad. En 1950, el 10 por ciento de los checos pertenecía a la Iglesia Husita Checoslovaca.

Sin embargo, los tiempos estaban cambiando. El comunismo ganaba fuerza y ya en 1945, sacerdotes y laicos de tendencia izquierdista se hicieron mayoritarios en la Iglesia. Se avecinaba una nueva disensión.

La nueva orientación de la cúpula de la Iglesia no protegió a los husitas del nuevo periodo inaugurado con el golpe de estado comunista de 1948. Totalitarismo y libertad religiosa no encajaban muy bien, y en los años 50 el nuevo régimen propició la desestructuración de la Iglesia Husita, como explica Tomáš Butta.

“En la Iglesia había entonces dos alas, una con tendencias muy sociales y otra enfocada a la teología y el cristianismo. Eso significa que hubo una discusión acerca de por dónde debería encaminarse la Iglesia. El

Tomáš Butta
desarrollo fue que la sociedad pasó a estar dirigida bajo principios ateos, y la Iglesia, que quería aportar una serie de valores a esta sociedad e incluso colaborar positivamente con el Estado, vio de pronto limitadas sus actividades. Y muchos de sus miembros más orientados socialmente abandonaron la Iglesia”.

Es decir, muchos miembros, por su ideología política o por comodidad, no estaban interesados en pertenecer a una entidad enfrentada al régimen comunista. Y la abandonaron. Permanecieron fieles solo los husitas más interesados en los aspectos puramente espirituales de la confesión.

La Iglesia Husita siguió ejerciendo sus actividades durante toda la dictadura, pero ya en una franca minoría social. En 1991, una vez caído el régimen comunista, solo un 1,73 por ciento de los checos se declaraba husita. En 2001 había en el país apenas 100.000 husitas, el uno por ciento de la población.

A estos hay que sumar los 1.700 creyentes residentes en Bratislava. En el resto de la República Eslovaca su presencia es anecdótica. No en vano se trata de un movimiento vinculado desde el principio al nacionalismo checo, y de poco interés para quien no vea en Juan Hus un símbolo nacional.

Noventa años después de su fundación, la Iglesia Husita Checoslovaca no se encuentra en su mejor momento, pero permanece estable en su número de miembros y parroquias, así como en sus buenas relaciones ecuménicas con otras iglesias protestantes y con el catolicismo.

Producto de las ideas que fundaron la Primera República Checoslovaca, floreció con ella, y al igual que ella, sucumbió ante el nuevo mundo surgido tras la contienda mundial.

Autor: Carlos Ferrer
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