Paracaidistas checos mataron a Heydrich hace 75 años

Foto: Ondřej Tomšů

Hace 75 años tuvo lugar el acto de resistencia checa más importante contra la ocupación nazi: un grupo de paracaidistas perpetró el atentado contra el Protector de Bohemia y Moravia, Reinhard Heydrich, apodado el Carnicero de Praga por su brutalidad. El atentado provocó sangrientas represalias por parte de los nazis, pero contribuyó notablemente a la anulación del Tratado de Múnich y la renovación posbélica de Checoslovaquia.

El automóvil de Gabčík y Kubiš | Foto: Bundesarchiv,  Bild 146-1972-039-44,  Wikimedia Commons,  CC BY-SA 3.0
El 27 de mayo de 1942 por la mañana, Reinhard Heydrich, se dirigía en su Mercedes descapotable por el barrio de Libeñ al Castillo de Praga. Pero nunca llegó al destino. El protector de Bohemia y Moravia pagó caro su manera despreocupada de viajar en un vehículo no blindado y sin escolta por las calles de la metrópoli checa.

A las 10:36 horas fue perpetrado contra él un atentado por dos comandos checoslovacos, formados con ese fin en Gran Bretaña.

Jan Kubiš y Jozef Gabčík
Los testimonios acerca de los detalles del ataque no están del todo claros. La versión generalmente aceptada es que en una curva, donde el automóvil tuvo que reducir la velocidad, Josef Gabčík saltó delante del vehículo tratando de matar a tiros al cabecilla nazi. Pero la metralleta se encasquilló y no disparó, así que su compañero, Jan Kubiš, lanzó una granada, que estalló cerca de la rueda trasera del carro, causando una herida mortal a Heydrich a la que sucumbió posteriormente en el hospital.

El Carnicero de Praga falleció el 4 de junio, a las 4:30 de la madrugada.

Los asaltantes fueron descubiertos por traición

Iglesia de San Cirilo y San Metodio,  foto: Ondřej Tomšů
Los asaltantes lograron huir del lugar y esconderse con otros cinco compañeros, que participaron en la preparación del ataque, en la iglesia de San Cirilo y San Metodio.

Los nazis ofrecieron por los autores del atentado una recompensa de dos millones de marcos imperiales y pusieron en marcha extensas represalias contra el pueblo checoslovaco, que se cobraron la vida de miles de personas.

Los comandos fueron descubiertos unas dos semanas después de la muerte de Heydrich debido a la traición de uno de los integrantes del grupo de resistencia, Karel Čurda, que denunció a sus compañeros antes de que lograsen huir del templo, según contó a Radio Praga el sacerdote Václav Ježek.

“Ellos llevaban escondiéndose aquí durante varios días. El periodo fue largo y resultó muy agotador, porque las raciones de agua y comida eran escasas. Otra cosa es que muchos de ellos pudieron caer enfermos al encontrarse tanto tiempo en un espacio sin ventilación en un lugar donde se sepultaba gente”.

La iglesia al final sepultó también a los siete paracaidistas escondidos en los interiores del edificio.

Los siete magníficos contra ocho cientos

Václav Ježek,  foto: Ondřej Tomšů
El 18 de junio, a las 4:15 de la madrugada, unos ocho cientos miembros de la Gestapo sitiaron el lugar y trataron de hacer salir a los comandos primero por medio de un engaño. Los nazis esperaban llegar a la cripta por un pasillo subterráneo oculto.

“Las películas rodadas sobre esta historia tienen la tendencia de mostrar el asalto de manera muy dramática, o sea que los alemanes iniciaron un enorme ataque frontal contra la cripta, pero la realidad no fue así. Ellos primero trataron de hacer salir a los paracaidistas por engaño con ayuda de colaboracionistas. No querían arriesgarse, ya que antes de tomar el templo no sabían exactamente cuántas personas se escondían adentro”, narra el sacerdote.

Sin embargo, este plan falló por una simple razón.

“Resulta que entretanto en los años 30 se había realizado una restauración que cambió el plano horizontal original del subterráneo y confundió hasta a los conocedores de esta zona, que llevaron a los alemanes a un lugar erróneo”, agrega Václav Ježek.

Cuando falló ese plan, los nazis utilizaron una ametralladora de gran calibre para iniciar el ataque.

Las huellas de los proyectiles del tiroteo son patentes en las paredes de la iglesia de San Cirilo y San Metodio hasta la fecha.

Iglesia de San Cirilo y San Metodio,  foto: Ondřej Tomšů
Los paracaidistas se dividieron en dos grupos: uno se atrincheró en el coro de la nave principal para dar la esperanza a los demás de pasar desapercibidos.

“El segundo grupo se escondió en la cripta esperando que los alemanes no los hallasen allí. Los que lucharon arriba en la iglesia esperaban distraer la atención del enemigo de manera que no se fijasen de la cripta, y posibilitar así huir al resto de los paracaidistas”, dice el sacerdote Vávlav Ježek.

Este plan se basaba en el hecho de que la puerta de la cripta era muy poco llamativa, a diferencia de hoy, cuando se puede entrar en ese lugar directamente de la calle.

“El templo es extenso e impresionante. Aquí se sepultaban antiguamente a sacerdotes católicos romanos, pero la entrada a la cripta es pequeña y casi no se notaba por estar tapada por alfombras, así que fácilmente podía pasar desapercibida. Por eso los alemanes se veían confundidos y no eran capaces de decir a ciencia cierta si había aquí una cripta o no”, señala el eclesiástico.

Hazaña heroica o inútil

Además, según ciertas teorías, existía un pasillo que daba la esperanza a los paracaidistas de escapar del lugar, así que comenzaron a excavar un túnel.

Lidice
“Los paracaidistas comenzaron a buscar una salida y excavar un túnel. Se dice que debajo del templo se encuentra una galería en desuso. Los paracaidistas esperaban encontrarla. Es que en la cripta se oye una corriente de agua que insinúa la presencia de un pasillo. Por otro lado, hay quienes dicen que la galería no existe y que los paracaidistas no tenían ninguna posibilidad de escapar”, cuenta el sacerdote.

Mientras que los paracaidistas abajo buscaban una escapatoria, sus compañeros atrincherados en el coro comenzaron un tiroteo contra los nazis que penetraron en la iglesia. Tras dos horas se les acabó la munición, uno murió al ser alcanzado por la esquirla de una granada y los otros dos se suicidaron.

Los nazis trataron de sacar al grupo restante tirando bombas lacrimógenas en la cripta e inundando el interior con agua.

Reinhard Heydrich  (Foto: Bundesarchiv,  Bild 146-1969-054-16 / Hoffmann,  Heinrich / CC-BY-SA 3.0)
Los defensores lograron rechazar los intentos de invasión hasta que se les acabó la munición. Tras una batalla de una duración de siete horas, los cuatro se suicidaron con las últimas balas que les quedaban.

La represalia por el atentado contra Heydrich fue atroz: los nazis ejecutaron a miles de personas y arrasaron por completo dos aldeas checas, Lidice y Ležáky.

Por eso la hazaña sigue provocando controversias hasta la fecha, ya que miles de personas inocentes pagaron con su vida por la muerte de Heydrich.

Por otro lado, los historiadores subrayan que, gracias al atentado, Gran Bretaña decidió anular la validez del Tratado de Múnich, lo que ayudó considerablemente a la renovación de Checoslovaquia en la época posbélica.

Autor: Roman Casado
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