Tres rotondas de la Praga histórica

Rotonda de la Santa Cruz en Praga
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En esta presente edición de "Legados del pasado - testimonios del presente" les familiarizaremos, estimados radioescuchas, con las historias de las más pequeñas y más antiguas iglesias de la capital checa, las rotondas.

Rotonda de la Santa Cruz en Praga
Praga se conoce también bajo el apodo "ciudad de las iglesias". Entre muchos edificios eclesiásticos dispersados por la capital checa, figuran las rotondas. Son iglesias de planta circular, de ahí su nombre que viene del adjetivo latín "rotondus" o sea "redondo".

Hasta la actualidad han permanecido pocas. En el casco antiguo de Praga, incluyendo al recinto de Vysehrad, se encuentran tres rotondas que conservan casi intacto su aspecto actual. En tres de los barrios históricos se alza una rotonda. Durante nuestro recorrido las conoceremos todas.

Comenzamos la gira por la capital y sus iglesias más antiguas en la Ciudad Vieja. Cerca del río Vltava encontramos a la primera pequeña rotonda. Es de la Santa Cruz Menor, ya que en la Edad Media hubo en Praga también una iglesia de Santa Cruz Mayor. Existen dos versiones sobre su fundación, una legendaria y otra histórica.

Según la basada en la historia, la rotonda de Santa Cruz fue fundada tras una gran inundación en el año 1118. En aquel entonces formaba parte de una mansión y luego pasó a ser una iglesia parroquial en la urbanización capitalina cada vez más creciente.

En el siglo XIX su existencia fue amenazada y la rotonda por poco no fue derribada. Sólo la iniciativa de los artistas de aquella época forzó al ayuntamiento praguense a recomprar la rotonda. La iglesia fue renovada y en la actualidad sirve, aunque rodeada por edificios modernos y más altos, para fines religiosos como las otras dos siguientes.

Rotonda de la Santa Cruz en Praga
La leyenda sobre la rotonda de Santa Cruz dice que en Praga, en el tiempo de las cruzadas, había un mercader que, tras haberse curado de una grave enfermedad, hizo un voto a Dios de realizar una peregrinación a la Tierra Santa.

En su empresa, el comerciante gozó de fortuna y desdicha. De fortuna, porque precisamente en este tiempo pasaba por Praga una parte del ejército cruzado rumbo a la Tierra Santa. El mercader aprovechó la oportunidad y se fue con ellos para cumplir su promesa.

No obstante, de camino, los sarracenos atacaron a su hueste y mataron e hicieron cautivos a sus integrantes. El comerciante fue encerrado en una capilla circular y torturado cruelmente. De nuevo hizo una promesa a Dios de que si se salvase del cautiverio sarraceno mandaría construir en Praga una capilla parecida a su cárcel, al honor de Santa Cruz.

Una noche tuvo el mercader un extraño sueño. La puerta de la capilla se abrió y apareció una figura blanca, casi transparente. Los grilletes cayeron al suelo y el preso fue libre y siguió al misterioso espectro hasta una ciudad.

Luego se despertó y vio que ya no estaba en la prisión, sino en una costa frente a las puertas de una ciudad. Entró para saber después que se encontraba en Italia. Con un grupo de mercaderes volvió a Praga y allí cumplió su promesa al mandar edificar la rotonda de Santa Cruz.

Rotonda de San Longino  (Foto: autor)
Otra rotonda que visitamos en nuestro recorrido, estimados oyentes, es la más pequeña de las tres en cuestión. Se encuentra en la Ciudad Nueva de Praga y es consagrada a San Longino, el santo que clavó la lanza a Jesús y luego se le curó la vista al salpicarle su sangre.

La iglesia formaba parte de un pueblo llamado Rybnícek, "Pequeño estanque" en español, ya desde su fundación en la primera mitad del siglo XII y servía primero como iglesia parroquial bajo el nombre de San Esteban. En el siglo XIV, durante la construcción de la Ciudad Nueva de Praga, alrededor de la rotonda, se levantó cerca de ella un nuevo templo que heredó el nombre de San Esteban y a la rotonda le fue puesto el nombre de San Longino.

Con el tiempo la rotonda fue también una capilla sepulcral. En el siglo XVII sufrió su aspecto con una remodelación nefasta. Un concejal praguense mandó romper la pared de la rotonda y construir una tumba familiar. También sobre la rotonda de San Longino se cernía la amenaza del derribo en el siglo XIX.

Pero al igual que en el caso de la de Santa Cruz, también este monumento fue salvado, concretamente por Frantisek Palacký, el historiador checo más importante. Poco después la rotonda recuperó su aspecto original tras haber sido quitada la remodelación barroca.

Fue precisamente la apariencia antigua de la rotonda de San Longino que dio origen a una leyenda pintoresca. Antes de la construcción de la iglesia, se extendía en su lugar un bosque sagrado con el santuario pagano en el centro.

Cuando comenzó a gobernar en las tierras checas San Venceslao, mandó abatir los árboles y convertir el santuario en una iglesia. Los paganos no se dieron por vencidos y decidieron destruir la rotonda.

No obstante, cuando el primero de ellos golpeó la pared del edificio, una piedra grande cayó y aplastó al temerario. Sus compañeros no tuvieron fuerzas suficientes para sacar el cadáver de por debajo de la piedra y lo enterraron con ella.

El muerto, sin embargo, por mucho tiempo no logró encontrar paz. Su espectro con la piedra vagueaba a las noches oscuras por los alrededores de la rotonda espantando los transúntes y gritando: "¡Ay de mi! ¿Dónde pongo esa piedra?".

Un día se encontró con el espectro un burgués bien borracho y respondió tajante a la pregunta: "¡Devuélvelo dónde la has sacado y no grites más!" De repente, le azotó una ráfaga del viento gélido y la cara de borracho se hinchó de tal manera que ni su propia mujer podía conocerle.

El espectro fue liberado por una abuela que le respondió: "¡Jesucristo te favorezca!". Apenas lo pronunció, la piedra cayó al suelo y de la oscuridad sonó el grito: "¡Dios te lo pague!". Y desde aquel entonces nadie más vio al espectro del pagano muerto.

Para concluir nuestro recorrido por las rotondas de la Praga histórica, debemos desplazarnos al antiguo recinto de Vysehrad. Aquí encontramos la rotonda de San Martín, la mayor tanto de tamaño como de edad. Sus orígenes se remontan a la época del primer rey checo Vratislao II, en la segunda mitad del siglo XI.

Su consagración se debe, según la tradición, a un decano llamado Martín quien fue mandado por el rey checo a Constantinopla, el Estambul actual, para intermediar en el matrimonio entre la nieta del rey con el hijo del emperador bizantino. Por ejercer bien su papel Martín recibió gran cantidad de dinero que donó a la construcción de la iglesia.

Tal como sus antecesores, también la rotonda de San Martín ha tenido un destino variopinto. En la Edad Media funcionaba como espacio para el coro del templo de Vysehrad. Varias veces servía para fines militares, también por el hecho de que Vysehrad era una fortaleza importante que defendía la capital checa del sur.

La rotonda era, pues, un almacén de pólvora y se fabricaban en ella los cartuchos para fusiles. Sólo a instancias del supremo burgrave de Praga, la rotonda no fue demolida en el siglo XIX durante la construcción de una nueva carretera. Pasó también por una reconstrucción y ahora se puede observar su aspecto renovado.

Otra rotonda también se halla en el Castillo de Praga. Para verla, o mejor dicho ver sus restos, hay que bajar a la cripta de la catedral de San Vito que fue construida por encima de la rotonda del mismo nombre.

Antes de terminar nuestro paseo debemos mencionar que las rotondas, hitos de la historia temprana del Estado checo, no son un fenómeno exclusivamente praguense, ya que las encontramos asimismo en los alrededores de Praga y en otras ciudades checas y moravas.