A 40 años de 1968 publican libro que recuerda ese turbulento período

El libro “El Año 1968 en Checoslovaquia” es una crónica que invita al lector a respirar la atmósfera de ese turbulento período histórico que desembocó en la ocupación del país por los Ejércitos del Pacto de Varsovia.

Como “un museo en un libro” caracteriza el autor František Emmert su más reciente publicación, que narra los acontecimientos del año 1968 en Checoslovaquia.

“Empezamos con el congreso de los escritores en junio de 1967 donde se criticó por primera vez en público al régimen comunista y terminamos con la sesión del comité central del Partido Comunista Checoslovaco en septiembre de 1969 que puso el punto final tras la Primavera de Praga”, precisó Emmert.

Breves capítulos históricos, ordenados cronológicamente, vienen acompañados con fotos de los archivos de la Agencia de Noticias Checa, ČTK, copias auténticas de documentos importantes de la época, artículos de prensa, volantes de protesta y grabaciones de las emisiones de la Radiodifusión Checoslovaca de los primeros días después de la intervención soviética el 21 de agosto.

El libro se dirige a la generación joven, pero también los que vivieron esos sucesos pueden encontrar alguna información nueva o poco conocida. Según explica František Emmert, el estudiante Jan Palach, quien se quemó a lo bonzo en enero de 1969, no fue la primera persona que protestó de esta manera contra la ocupación.

21 de agosto de 1968
“Ya en septiembre de 1968 se autoinmoló de la misma manera un filósofo polaco en el estadio de fútbol de Varsovia, pero la censura logró ocultar este hecho muy bien, así que Jan Palach no pudo imitarlo. Se supone que el estudiante checo se dejó inspirar por los monjes budistas de Vietnam que protestaron de manera similar contra la presencia de ejércitos estadounidenses en su país”.

En el apartado dedicado a la repercusión de la invasión en el extranjero, el autor constata que el 21 de agosto abrió una brecha entre los comunistas europeos.

“Los partidos comunistas de Europa Occidental, en su mayor parte, y éste fue el caso también de los comunistas españoles, italianos y franceses, apoyaron a los dirigentes checoslovacos. Decidieron abandonar la línea pro-soviética, tomaron su propio rumbo de desarrollo y vinieron con la idea del eurocomunismo”, indica Emmert.

En el epílogo, František Emmert opina que desde el mismo comienzo, el intento de la Primavera de Praga de democratizar y reformar el socialismo no tenía la esperanza de alcanzar algún cambio importante. Occidente no estaba dispuesto a intervenir en su favor, respetando plenamente la división de Europa después de la Segunda Guerra Mundial, según la cual Checoslovaquia pertenecía a la esfera de influencia de la Unión Soviética.