Encuentran tres botellas de cerveza de un siglo de antigüedad

Foto ilustrativa: Barbora Kmentová

Las obras de reforma de la fábrica de cerveza de Záhlinice han dado lugar a un descubrimiento inesperado: tres botellas llenas de cerveza fabricada hace aproximadamente un siglo. La bebida ha sido probada por expertos y ahora será analizada. Los resultados podrían mejorar la calidad de la cerveza checa actual.

Foto ilustrativa: Barbora Kmentová
En el sótano de la antigua fábrica de cerveza de Záhlinice, en la región checa de Moravia del Sur, se escondía un tesoro. Durante las obras de remodelación del edificio los obreros hallaron en un foso de ventilación tres botellas de cerveza tipo lager que, por la clase de tapón, los expertos considera que fueron elaboradas entre 1900 y 1910.

Los años no han pasado en balde y de hecho los corchos se deshacían al intentar abrirlos, pero finalmente se consiguió destaparlas y un grupo de catadores se atrevió a probar estas cervezas centenarias, entre ellos el director de la fábrica de cerveza de Břevnov, Petr Janík.

“Esta cerveza estaba realmente ácida, pero las dos rubias no tanto. Un poco sí, pero podrían venderse bastante bien hoy en día, por supuesto en otra categoría que lager. Saben a cerveza, pero el sabor es distinto a lo que estamos acostumbrados. Desde luego no tenía nada que ver con el sabor de la cerveza original. Pero una de ellas se podría colocar actualmente en el mercado como lambik, estaba bastante buena”.

El lambik es una variedad belga que se bebe tras unos tres años de almacenamiento. La cerveza, al contrario que el vino, no se deja envejecer, y las más añejas son algo excepcional. En la República Checa la más antigua que se había bebido fue degustada a principios de los años 70, y tenía unos 20 años de edad. Es posible que en el mundo nadie haya tomado una cerveza más antigua que la de Záhlinice.

Ahora las muestras serán analizadas por el Instituto de Investigación de Cervecería y Malteado, como explica su director, Karel Kosař.

Karel Kosař,  foto: archivo de Radio Praga
“Nuestro instituto es gestor de la marca Cerveza Checa como denominación geográfica protegida. Somos los que recomendamos las variedades de lúpulo y cebada que se usan para la fabricación de la cerveza checa. Lo que nos interesa son las posibilidades de mejorar genéticamente la cebada, porque si conseguimos determinar la estructura de las dextrinas de estas cervezas, podemos informar a nuestros cultivadores para que dirijan su proceso de cultivo en esa dirección. Eso podría ayudar a todo el sector”.

Los resultados de los análisis se darán a conocer dentro de un mes, y el laboratorio de Praga que se encarga del proceso planea publicarlos en revistas especializadas internacionales.

Autor: Carlos Ferrer
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