Tarjeta Verde: en vez de un atajo, un laberinto para trabajadores extranjeros

Foto: Comisión Europea

La Tarjeta Verde, en vigor desde el 1 de febrero de 2009, pretendía facilitar la entrada de profesionales extranjeros, necesarios para el mercado laboral checo. Lejos de conseguirlo, el sistema pone más obstáculos de los que quita.

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Imitando el modelo estadounidense, la República Checa se adelantó a la Unión Europea introduciendo la Tarjeta Verde, documento que aúna el permiso de trabajo y el de residencia. Con ello, el anterior Gobierno de Mirek Topolánek pretendía saciar las necesidades de las empresas checas con trabajadores cualificados o mano de obra barata de 12 países de fuera de la Unión Europea a los que favorecía la ley. Más de medio año después, no ha habido ni 100 solicitudes y tan solo una persona lo ha logrado. Según el Ministerio de Trabajo, la culpa del fiasco la tiene la crisis financiera, pero lo cierto es que hay 460 ofertas de trabajo vacantes para solicitantes de la Tarjeta Verde. Mientras, desde enero, se registraron 35.000 solicitudes de visado de trabajo. Para los extranjeros sigue siendo preferible el sistema de siempre, como explica Jan Schroth, consultor de la Agencia Internacional para las Migraciones.

“Hay muchos extranjeros interesados en venir a trabajar a la República Checa y buscan todas la maneras posibles de hacerlo. Pero la Tarjeta Verde no es precisamente la mejor de ellas. No supone ninguna ventaja pero sí tiene más riesgos. Por ejemplo, si después de llegar, la empresa decide no contratarlo, no puede quedarse para buscar otro empleo, tiene que volver a su país de inmediato”.

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La Tarjeta Verde, que fue presentada como un proceso rápido y sencillo para traer trabajadores seleccionados, es en realidad un quebradero de cabeza para profesionales y empresas.

Jiří Petrák, director de la sucursal praguense de la multinacional Mott McDonald, tiene buenas experiencias con ingenieros procedentes de Ucrania, uno de los países beneficiados por la Tarjeta Verde. Sin embargo, tal y como explica Petrák, la contratación de profesionales de ese país continúa siendo igual de complicada.

“Nos gustaría tener más ingenieros ucranianos, pero el proceso es muy largo y costoso. Además de todos los gastos que supone, hay que dedicarle mucho tiempo y tener demasiada paciencia”.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la OCDE, ha hecho incluso una advertencia a las autoridades checas en su boletín de julio. Obstaculizar el acceso de extranjeros al mercado laboral o restringir la inmigración de esta manera podría suponer sanciones en un futuro.