Unión Europea permite a los checos añadir azúcar al vino

La reforma vitivinícola, aprobada este miércoles por la Unión Europea, permite a los productores checos seguir añadiendo azúcar al vino, lo que tendrá efectos positivos para el mercado checo.

Después de tres días de deliberaciones, los ministros de Agricultura de los países miembros de la Unión Europea llegaron a un acuerdo sobre la reforma vitivinícola. Para los checos es importante que puedan continuar añadiendo azúcar de remolacha a los vinos de mesa. El ministro de Agricultura, Petr Gandalovič, explicó que prohibir dicha tradición habría provocado una crisis en la producción vinícola checa.

“Añadir azúcar es un método tradicional que utilizan los vinicultores en los países donde el clima no es tan favorable. En nuestro caso es muy necesario y prohibirlo perjudicaría nuestra capacidad de competir con los vinos de otros países”, explica el ministro.

Además de poder usar este método, los productores checos, junto a los de Alemania, Austria y Eslovaquia, no estarán obligados a indicar en la etiqueta que el vino contiene azúcar. Otra razón para que los vinicultores locales estén satisfechos son las finanzas. En el año 2009 la República Checa recibirá de la Unión Europea tres millones de euros, lo que significa casi el doble de lo originalmente previsto. Petr Gandalovič anuncia que este dinero será dedicado a la renovación de viñedos y a la publicidad.

Ministro de Agricultura,  Petr Gandalovič
“En primer lugar, utilizaremos estos recursos para sustituir las cepas viejas por nuevas de mejor calidad, pero una parte será destinada también a las tecnologías de producción de vino y a la promoción”, dice el ministro.

La reforma de la Unión Europea pretende, sobre todo, ayudar a los vinicultores europeos en la competición con los vinos de Sudamérica, EE.UU., Sudáfrica y Australia. Cada año crece el volumen de vinos importados, mientras que disminuye el consumo de los vinos producidos en la Unión Europea. Estos no son capaces de competir tanto en lo que se refiere al precio como a la calidad.

La producción excesiva de vinos europeos es otro problema que la reforma quiere resolver, ya que todos los años la Unión Europea gasta unos 500 millones de euros para deshacerse de los vinos que sobran, casi el 40 por ciento del total dedicado a la vinicultura.

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