Cáritas ayuda a los checos étnicos de Ucrania a construir una nueva vida en su país de origen

Foto: Filip Jandourek, Radiodifusión Checa

A principios de este año, algunos checos étnicos que viven en Ucrania comenzaron a reclamar la vuelta al país de sus antepasados debido a la inestabilidad política que se vive en Ucrania. Cerca de cien personas, principalmente de la región Volinia, están construyendo una nueva vida en la República Checa y se espera que les sigan otras 150 más. Cáritas ha estado ayudando a su integración dentro de un programa patrocinado por el Gobierno.

Los refugiados checos-ucranianos,  foto: Filip Jandourek,  Radiodifusión Checa
El primer grupo de checos-ucranianos llegó en autobús y tren a mediados de marzo y un segundo grupo llegó en un avión del gobierno, de modo que ahora mismo hay 86 repatriados que se están integrando en la sociedad checa. Hace ya casi cuatro meses de su llegada y Jarmila Lomozová, responsable de Cáritas, afirma que el proceso está siendo exitoso: la mayoría de ellos ya cuentan con un empleo y un lugar donde vivir.

Cuando llegaron el Gobierno los alojó en habitaciones de hotel pagado por el Estado. Lomozová nos explica cómo funciona el programa de repatriación.

“El programa fue diseñado por el Gobierno y es bastante generoso. Los checos-ucranianos reciben la residencia permanente de forma inmediata cuando lo solicitan y por tanto reciben los mismos derechos que los ciudadanos checos, excepto el derecho a voto. Además se les concede una ayuda financiera de unos 1800 euros por persona y unos 740 por niño, y durante seis meses Cáritas y sus trabajadores sociales le ayudan a registrarse en los servicios sociales, aprender checo y buscar trabajo”

Entre estos refugiados hay personas de todas las edades. Desde un bebé que nació en septiembre hasta ancianos, parejas jóvenes y parejas con hijos pequeños.

Jarmila Lomozová,  foto: archivo personal de J. Lomozová
Su formación y experiencia laboral es muy variada, desde personas que han trabajado en la agricultura, obreros, mecánicos, conductores… hasta policías, enfermeras o empresarios. El lenguaje no es una barrera especialmente difícil, algunos son capaces de recordar algo de checo pero los que no, son capaces de aprender con cierta facilidad y rapidez la lengua.

Los niños son los que mejor se integran a través de la escuela, donde aprenden el idioma y se socializan con el resto de niños checos. Algunos padres afirman que incluso los pequeños empiezan a hablar checo en casa y ayudan a sus padres a aprender la lengua.

Algunos de estos checo-ucranianos tienen familiares en la República Checa, por lo que se trasladan a vivir cerca de ellos. Otros lo único que quieren es encontrar un trabajo y se instalan allí donde pueden encontrarlo. Lomozová cuenta algunos de los problemas que tienen con el alojamiento.

“A veces hay prejuicios y en ocasiones nos encontramos con una actitud negativa por parte de los propietarios de los pisos que rechazan alquilárselos a extranjeros. Aunque los checo-ucranianos tienen raíces checas y son descendientes de checos, algunas personas los perciben como extranjeros y piensan que les pueden causar problemas, aunque normalmente les ayudamos y no suele haber problema para encontrarles trabajo y hospedaje”.

Los checos-ucranianos en el centro para los refugiados,  Červená nad Vltavou,  foto: archivo del Gobierno Checo
Lomozová cuenta que los refugiados, a pesar de que han tenido que dejar su casa, están muy contentos de poder escapar de la situación en la que estaban y encontrar un nuevo hogar en un país tranquilo y seguro como es la República Checa y que es, además el hogar de algunos de sus ancestros.

“Recuerdan algunas canciones tradicionales y conocen muchas cosas acerca de la República Checa por sus abuelos y padres, mi impresión es que se sienten como en casa“

La República Checa pueden sentirse orgullosa de ser un país que acoge a las personas que lo necesitan y organizaciones como Cáritas se esfuerzan en hacer que la integración en el país sea tranquila y cómoda para los extranjeros.