Dvořák en el Nuevo Mundo

Antonín Dvořák
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Antonín Dvořák, posiblemente uno de los mayores compositores checo de todos los tiempos, vivió dos años y medio en Estados Unidos, donde compuso su obra más conocida, la Sinfonía del Nuevo Mundo. La directora del museo Dvořák de Praga, Kateřina Nová, nos traslada a esta etapa clave del artista, que fue más checa de lo que parece.

Antonín Dvořák, nacido en 1841 y fallecido en 1904, fue sin duda uno de los compositores de mayor prestigio internacional durante la segunda mitad del siglo XIX. Representante artístico del nacionalismo checo, el músico supo proyectar y renovar la música de su país, retomando géneros propios como la cantata o el oratorio checos, sin renunciar en ningún momento a la universalidad.

Su obra más conocida, que acaban de escuchar, la Sinfonía del Nuevo Mundo, es de hecho un homenaje a Estados Unidos, país donde pasó dos años y medio de su vida y que fue fundamental en su carrera artística.

En 1892, Dvořák estaba en lo más alto, trabajando en Praga y habiendo concertado en Rusia dos años antes invitado por el mismo Chaikovski. Sus obras se estrenaban con éxito en París y Londres.

Fue entonces cuando recibió una oferta que no pudo rechazar, nos cuenta Kateřina Nová, directora del Museo Antonín Dvořák de Praga.

Museo Antonín Dvořák de Praga,  foto: Kristýna Maková
“Antonín Dvořák fue invitado por la directora del Conservatorio Nacional Americano de Nueva York, Jeanette Thurber, para convertirse en director de la institución y elevar su prestigio. Dvořák al principio vacilaba a la hora de aceptar la oferta, pero después de varios meses de negociaciones llegó a un acuerdo con la señora Thurber. Así que finalmente se puso en camino junto con su esposa Anna y sus hijos Antonín y Otilie el 15 se septiembre de 1892”.

En Estados Unidos, Dvořák ganaría treinta veces más de lo que era capaz de pagarle el Conservatorio de Praga. Por otro lado el inglés no suponía una barrera para él, lo que facilitó sin duda que diera el paso, prosigue Nová.

“Probablemente lo hablaba bastante decentemente. De hecho, antes de ir a América, Dvořák había estado varias veces en Inglaterra, donde había dirigido algunas obras suyas, y daba entrevistas en inglés a la prensa inglesa, y después a la estadounidense. Además, con su editorial Nobel y su editor se comunicaba normalmente en inglés. No sería un inglés perfecto pero seguramente se hacía entender sin problemas”.

El checo, que ya era una personalidad en toda Europa, disfrutaba también de amplio reconocimiento en Estados Unidos. Sin embargo la mayor expectación y orgullo por su llegada la demostró la comunidad local de emigrantes checos.

Antonín Dvořák con su família y amigos en Nueva York  (1893)
“Antes de que llegara Dvořák se había puesto en marcha una campaña mediática orquestada por la señora Thurber. Así que todos los medios y el público en general esperaba su llegada. Sin embargo en el puerto solo lo esperaba el secretario del conservatorio, que se llevó a Dvořák y a su familia a un hotel. Poco después, el 9 de octubre de 1892, los emigrantes checos que vivían en Nueva York organizaron en su honor un gran banquete”.

Aproximadamente unos tres mil checos y checo-americanos participaron de los festejos que dieron la bienvenida a Dvořák. La situación volvería a repetirse en todas las grandes ciudades que visitó el compositor durante su periodo americano, como Chicago o Saint Paul. Los emigrantes checos se volcaban a la hora de agasajarle, trataban con éxito de que se quedara más tiempo, organizaban conciertos de sus obras y banquetes.

En todo momento contó Dvořák con amigos y conocidos pertenecientes a la comunidad checa estadounidense, especialmente la neoyorquina, y puede decirse de hecho que siempre mantuvo de esta manera un pie en las tierras checas. Quizás el mayor símbolo de esta conjugación entre lo nuevo y lo viejo, la patria y el Nuevo Mundo, fue su estancia en la colonia checa de Spillville.

Spillville, el pueblo checo-americano

Pueblo de Spillville  (1895)
El pequeño pueblo de Spillville, en el estado de Iowa, y la Sinfonía del Nuevo Mundo, se hallan íntimamente relacionados. Por un lado la obra maestra del compositor checo fue concluida en esta localidad, por el otro su visita a Spillville no se hubiera producido de no haber estado trabajando en esta pieza, comenta Kateřina Nová.

“El motivo fue que en ese momento estaba acabando su Sinfonía del Nuevo Mundo, y aunque originalmente tenía planeado volver de vacaciones a Bohemia, no quiso interrumpir su trabajo y decidió llamar al resto de sus hijos, que se habían quedado en Bohemia, para que conocieran el Nuevo Continente y el pudiera seguir trabajando en la sinfonía”.

También ayudó el hecho de que el secretario y amigo de Dvořák en Estados Unidos, Josef Kovařík, había nacido en Spillville de emigrantes checos. Los relatos de su pueblo natal despertaron la curiosidad del músico y además, la idea de pasar una temporada en un pueblo checo suponía una solución de compromiso al hecho de quedarse o irse de vuelta a Praga.

La localidad podía considerarse en efecto como una aldea checa crecida de pronto en los parajes del medio oeste norteamericano.

La escuela y la iglesia de San Vencesalo en Spilville
“En los tiempos en los que Dvořák estuvo allí, Spillville contaba con 350 habitantes, de los que la gran mayoría eran checos. Algunas familias eran alemanas o noruegas, pero sabían checo, así que el checo era la lengua común. Había una escuela checa y una iglesia de San Venceslao, donde Dvořák tocaba el órgano durante las misas”.

Las vacaciones de tres meses en Spillville demostraron ser una buena idea. Dvořák trabó amistad con tres ancianos locales, se involucró en la vida de la aldea, descansó y encontró tiempo no solo para concluir la Sinfonía del Nuevo Mundo, sino también para crear dos de sus piezas más representativas, el llamado Cuarteto Americano y el Quinteto para Cuerdas en Mi Bemol Mayor, señala Nová.

“Los primeros días de vida en Spillville, Dvořák se sintió muy bien, muy relajado, y precisamente durante estos primeros días surgió el llamado Cuarteto Americano, que tuvo en el pueblo su estreno mundial, ya que lo interpretó él mismo junto con Josef Kovařík, y el padre y la hermana de este. A este le siguió el Quinteto Americano, cuyo estreno transcurrió de forma parecida, solo que para ser cinco y poderlo tocar, Kovařík tuvo que llamar a su hermano, que vivía en Chicago”.

El Nuevo Mundo se encuentra con el Viejo

El manuscrito de los Motivos de Nueva York,  Museo de Antonín Dvořák en Praga | Foto: Kristýna Maková,  Radio Prague International
En los círculos musicales se discute si la Sinfonía del Nuevo Mundo es una obra estadounidense o checa. En su composición Dvořák se dejó influir por los ritmos de los aborígenes norteamericanos, así como por la música afroamericana, entre otros elementos locales. Existen pues argumentos a favor de una u otra postura y lo cierto es que probablemente, como los ciudadanos de Spillville, comparta una doble nacionalidad.

“El hecho es que la Sinfonía del Nuevo Mundo surgió durante las primeras semanas de residencia de Dvořák en Nueva York, y se trató de su primera obra terminada en suelo norteamericano. Hay con toda seguridad influencias americanas. Dvořák estaba impresionado por Nueva York, por el espacio, su tecnología, la cantidad de gente y su heterogeneidad. Era una ciudad muy multicultural, a diferencia de la Praga de entonces, que era relativamente pequeña. Por otro lado también echaba de menos Bohemia”.

La forma definitiva de la composición se realizó además en Spillville, en un ambiente checo que hacía sentir cómodo a esta personalidad del nacionalismo y la identidad de Bohemia y Moravia. La partitura de la primera impresión de la obra quedó lista durante estas vacaciones, especifica Nová.

Museo Antonín Dvořák de Praga,  foto: Kristýna Maková
“Después de volver de Spillville arregló o modificó algunos pasajes, pero no fueron grandes intervenciones. Fue en Spillville donde escribió la partitura, y donde su secretario Kovařík recibió la tarea de pasarla toda a limpio y mandarla a su editorial en Berlín”.

A pesar de su buena remuneración, Dvořák vivió al poco de asentarse en Estados Unidos problemas económicos a los que se unieron los del tipo familiar, pues tenía la familia dividida entre dos continentes, y el hecho de que debido a su ausencia, su prestigio en Europa se estaba reduciendo.

Finalmente en 1895 decidió volver a Praga donde pasó a trabajar como profesor en el Conservatorio de la ciudad. La vuelta significó otro paso creativo, al dar poco después a luz a dos de sus óperas más famosas, ‘Rusalka’ y ‘Armida’. También se convirtió en maestro de los que serían importantes compositores checos como Josef Suk y Vítězslav Novák.

La página web del Museo Antonín Dvořák de Praga