El bajo desempleo en Chequia, la otra cara de su escasa productividad

Foto illustrativa: Comisión Europea

El bajísimo desempleo de la República Checa, que ya llega al 5,3%, es sin duda un fenómeno positivo y un acicate para el crecimiento de la economía. Tiene sin embargo sus lados oscuros, ya que viene provocado por el atraso tecnológico que sufre el país.

Foto illustrativa: Filip Jandourek
El milagro del pleno empleo, con el que muchos países solo pueden soňar, está muy cerca de hacerse realidad en la República Checa, donde según los datos de agosto el paro se situaba en el 5,3% de la población activa. En algunas regiones, como Praga y Pilsen, con un desempleo del 3,9% y el 3,8% respectivamente, se puede afirmar que el que no trabaja es porque no quiere.

No se trata de una gran sorpresa: desde el fin del comunismo en 1989, cuando en Chequia nació un mercado de trabajo libre, las cifras del desempleo han permanecido siempre bajas, llegando a tan solo un 9% durante las peores crisis. La gran pregunta es por tanto qué es lo que la República Checa ha hecho tan bien para llegar a esta situación. De acuerdo con el economista de la agencia Roklen, Lukáš Kovanda, esta bendición es realmente la otra cara de la moneda de un grave problema estructural.

Foto illustrativa: Comisión Europea
“En otros países el propietario de una fábrica se compraría una máquina que sustituiría a diez empleados. En la República Checa seguiría empleando a esas diez personas. El desempleo tan bajo que tenemos es a costa de tener escaso capital físico. Esto significa que allá donde el trabajo podría ser sustituido por mejores tecnologías, no se realiza la inversión necesaria. Me puedo imaginar que en Espaňa, donde tienen una economía más avanzada, por ejemplo porque no hubo comunismo hasta 1989, los medios de producción son de nivel más alto y sustituyen a más trabajadores. En la República Checa recibe trabajo más gente pero la productividad es más baja que la de los trabajadores españoles”.

De hecho la productividad en la República Checa es de 13,1 euros por hora trabajada, y en Espaňa de 32,1 euros, según datos de 2014. Esto no significa que los checos trabajen menos, sino que por cuestiones como la calidad del equipamiento con el que trabajan, el valor añadido de sus productos o los problemas de gestión, el valor de lo que producen es menor.

Empleo para todos, pero con bajos sueldos

Foto illustrativa: Comisión Europea
Productividad y desempleo aparecen así íntimamente ligados y nos permiten explicar otro fenómeno del mercado de trabajo checo: los bajos sueldos. El salario medio en Chequia es de 1.010 euros brutos mensuales, tres veces menor que en Alemania o Austria, sin que en muchos casos la diferencia de cualificación justifique el desnivel.

Según Kovanda, la baja productividad checa pone un límite a lo que los empleadores son capaces de ofrecer como remuneración.

“El salario debería reflejar sobre todo la productividad, y esta viene determinada por la estructura de la economía. En nuestro caso la economía se orienta al montaje, por eso se dice que la República Checa es la sala de ensamblaje, el subproveedor, de grandes economías como la alemana. Por eso nuestra productividad cojea en cuanto la comparamos con la de otros países occidentales como Alemania, que es uno de los países más productivos del mundo. Estamos por atrás y se puede decir que en buena medida los salarios son bajos porque tenemos baja productividad”.

Lukáš Kovanda,  foto: archivo de Lukáš Kovanda
El ideal lo marcarían así países como Alemania, donde la productividad es altísima (42,8 euros por hora) y el desempleo se encuentra en niveles similares al checo. Sin embargo, si Chequia persiste en su modelo de proveedor de piezas para las factorías alemanas, el problema no puede resolverse.

Además, la gran participación de la industria en el total de la economía constituye asimismo un problema a la hora de mejorar los salarios, afirma Kovanda.

“La economía checa es muy dependiente de la industria, somos la economía más industrial de la Unión Europea. Y cuando se tiene una alta proporción de industria, esto significa que hay que destinar parte de los beneficios a modernizar la producción. Si lo comparamos con el sector servicios, en estos negocios no es necesario invertir en nuevos establecimientos lo que se invierte en industria, donde hay que comprar maquinaria, construir fábricas, etc. En servicios una mayor parte de los beneficios puede ir destinada precisamente a los sueldos. En la Unión Europea solo Rumanía tienen una menor proporción del sector servicios en la economía”.

Falta de mano de obra

Foto ilustrativa: Filip Jandourek,  Český rozhlas
La situación cercana al pleno empleo, que además se distribuye bastante proporcionadamente por todo el país, es considerada por los economistas en general como un dato muy positivo: la población tiene seguridad e ingresos, consume y paga impuestos.

Existe no obstante un efecto colateral negativo y es la escasez de mano de obra cualificada. Las empresas checas se quedan sin completar pedidos o satisfacer la demanda por no contar con suficientes trabajadores. Los empleadores checos necesitan sobre todo chóferes, limpiadores, proyectantes, constructores, médicos y personal sanitario, expertos en nuevas tecnologías, programadores, profesores y técnicos de todo tipo.

Los trabajadores cualificados ya están empleados y queda en el mercado tan solo un remanente que puede calificarse como estructural, explica Markéta Schormová, experta en derecho de la Cámara de Comercio.

“Según los datos disponibles hay en la República Checa 390.000 desempleados, de modo que en teoría esta cifra podría cubrir la demanda de los empresarios, ya que según las estadísticas en el mercado de trabajo faltan 140.000 empleados. ¿Por qué estas cifras no cuadran? Hay una discrepancia estructural entre oferta y demanda. Por ejemplo hay gente que están registrados como desempleados que no tiene la cualificación requerida por los empleadores. Otros no están dispuestos a mudarse para encontrar trabajo o no tienen capacidad de trabajo, al haberla perdido por haber pasado mucho tiempo desempleados”.

Foto: Filip Jandourek,  Český rozhlas
En opinión de Lukáš Kovanda no se puede atribuir la disfunción del mercado de trabajo únicamente a la falta de cualificación. En su opinión mucha de la mano de obra disponible podría ser movilizada si la oferta salarial fuera suficientemente atractiva.

“La única receta para eso, y a los empresarios no les gusta escucharlo, es subir los sueldos. Se han acostumbrado a que durante estos siete años marcados por la crisis económica eran los señores del mercado de trabajo y la gente llamaba a la puerta para pedirles empleo. Así que no tenían que subir sueldos ni ofrecer bonus. Ahora la situación es distinta, los empresarios compiten por los trabajadores, lo que crea presión en el mercado de trabajo y hace subir los salarios. Así que la situación es positiva macroeconómicamente pero estamos llegando a ciertos límites en la cualificación de la fuerza de trabajo checa y esto hace que los empleadores se rompan la cabeza”.

Precisamente este verano los salarios subieron en Chequia un 4% interanual, por lo que parece que poco a poco la ley de la oferta y la demanda va exprimiendo las posibilidades del mercado de trabajo. No obstante el mencionado problema de productividad de la República Checa supone una rémora a la hora de que las remuneraciones se incrementen a la velocidad y en la cuantía necesarias.

Un desfase entre salarios y expectativas

Foto: Kristýna Maková
Como ejemplo, la historia de dos personas que probablemente nunca se llegarán a encontrar. Por un lado el empresario Yevgueni, propietario de una pequeña constructora especializada en fachadas con cinco empleados fijos y otros no cualificados en función de los encargos que tengan en el momento. Esta es la expectativa salarial que ofrece su firma.

“La remuneración depende siempre de lo que cada uno sabe y lo que puede aportar, pero desde luego es una cantidad superior al salario mínimo. Puede ser el 150% del sueldo mínimo o el doble. A veces damos también bonus a la gente que queremos mantener con nosotros, por ejemplo teléfono de trabajo o automóvil de trabajo”.

Teniendo en cuenta que el salario mínimo es actualmente de 326 euros limpios, podemos deducir que Yevgueni paga a sus obreros entre 650 y 490 euros limpios al mes.

En el otro lado, Karel, un joven de 20 aňos cuya única formación es la escuela secundaria y que hoy día se halla buscando trabajo. Tras pasar unos meses en McDonalds y Amazon, ha decidido dedicarse a algo que realmente le dé para vivir.

“Actualmente el salario mínimo está alrededor de los 370 euros brutos. Creo que por ese dinero vale más la pena vivir de las ayudas sociales y ganar un poco extra trabajando en negro. Lo que para mí sería ideal sería un salario mínimo de 550 euros limpios, eso es lo mínimo por lo que trabajaría”.

La mano de obra barata que vino de Ucrania

Foto illustrativa: Tomáš Adamec
De esta forma, la empresa de Yevgueni emplea habitualmente a trabajadores foráneos, que tienen una perspectiva salarial menor que los checos.

“La mayoría son extranjeros, porque los locales no quieren trabajar en la construcción, o los que quieren ya lo hacen, son especialistas y ya están empleados. Por ejemplo nuestros empleados estables son especialistas checos. Contratamos sobre todo mano de obra no cualificada. Llaman a nuestra puerta sobre todo extranjeros: ucranianos y rumanos”.

A pesar de la resonancia que en los medios de comunicación checos tienen la crisis migratoria y el asunto de los refugiados y la integración de extranjeros en Europa, la realidad es que la mano de obra de fuera del país sigue siendo en Chequia escasa y el total de extranjeros no sobrepasa el 5% de la población. El nivel salarial nacional hace además que otras economías de Europa Occidental sean más atractivas a la hora de cambiar de país para buscar trabajo y en consecuencia pocos emigrantes quieran buscar fortuna en Chequia.

Markéta Schormová,  foto: ČT24
La inmigración puede ser un bálsamo temporal, pero a largo plazo hay que entrar a fondo en el problema, afirma Markéta Schormová.

“A corto plazo seguro que podemos solucionar la situación empleando extranjeros, suponiendo que tengan las capacidades necesarias y se puedan integrar bien en la sociedad checa. Por ejemplo actualmente se está realizando un proyecto para traer trabajadores ucranianos. Es interesante porque los ucranianos tienen una lengua y cultura cercana a la nuestra, pueden adaptarse bien y ya hace tiempo que trabajan aquí ucranianos. Sí, es una posibilidad, pero es necesario solucionar el problema a largo plazo, poner fin a la discrepancia estructural que mencionaba. Para ello hay que implicar a los empresarios con los centros educativos. Es necesario que salga de las escuelas gente con la cualificación que requieren para trabajar”.

Por su parte, para el Ministerio de Trabajo, además de subir sueldos, las empresas deberían invertir más en formar y desarrollar a sus propios trabajadores, y de esta manera cubrir sus necesidades de especialistas con su propia gente, tal como ya se hace en otros países.

Mientras que en el resto del mundo una cuarta parte de las empresas dice no tener problemas a la hora encontrar aspirantes a sus puestos de trabajo, en Chequia las afortunadas son solamente el 2%.

Autor: Carlos Ferrer
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