Karel Kryl, el bardo romántico con conciencia política

Karel Kryl

Karel Kryl es una figura mítica de la canción popular checa, algo así como el Jacques Brel o el Vladimir Visotsky local. Con ellos comparte una voz carismática, un sino trágico y una suerte de adoración popular post mórtem.

Cuando a Karel Kryl le preguntaban quién era, él solía contestar con un poema: "Por el aplauso del público puedo aprender a decir tonterías/ el sentimiento infiltrado en la pose adormece/ cuando el pozo está seco te acostumbras al barro/ y te duele que el talento trine como los pájaros/heridos en la feria de la prosa para tontos".

Ese era Karel Kryl, también conocido como el Bob Dylan checo, un poeta y cantante nada tonto y sí muy certero, que luchó contra el sometimiento de la sociedad checa durante el comunismo. Y pagó por ello.

Puro y enigmático, como sólo los poetas pueden serlo, Kryl murió demasiado pronto, a los 50 años, en 1994, como prematuramente partieron también el belga Jacques Brel y el ruso Vladimir Visotsky, antes de cumplir el medio siglo de vida.

Son muchas las cosas que unen a estos tres poetas-cantantes. Lo primero es la voz, inconfudible, poderosa y melancólica. También la fuerza de sus versos, que iba del poema amoroso a la crítica social más feroz.

Y, más aún, ese indeleble sino trágico que les arrebató la vida en la plenitud creadora y que les convirtió a los tres en leyendas que trascienden el fenómeno de la música popular.

Armado de una guitarra, cargado de poesía y de ímpetu guerrero, Kryl arremetió contra los invasores soviéticos en 1968, fue el bufón que se burló del rey en tiempos en que era más seguro y lucrativo callar.

Hay una canción de entonces, Hermanito, cierra la puerta, que se convirtió en himno y símbolo de la lucha del pueblo checo contra el invasor.

Como a Visotsky en Rusia, intentaron silenciarlo, pero Kryl no aguantó la afrenta y tuvo que partir al exilio, donde se reforzó su conciencia creadora, porque los poetas de verdad crecen ante la adversidad.

Y aunque sus canciones, verdaderas ofrendas a la libertad, la justicia y el amor, fueron prohibidas oficialmente por el régimen totalitario, el miedo no fue capaz de callar la voz de un hombre sincero que intentaba imponer la cordura cuando otros ofrecían balas y tanques.

"Esta noche se prolongará", había cantado Kryl en Hermanito, cierra la puerta. Cuando él partió al exilio en 1969, no pudo volver sino 20 años más tarde, en los albores de la Revolución de Terciopelo. Fue una noche demasiado larga para el poeta.

Se exilió en Alemania del Oeste y sus canciones, aunque prohibidas, no dejaron de alimentar la esperanza de un futuro mejor, no dejaron de ser pirateadas en cintas de mala calidad y ser pasadas de mano en mano por admiradores ávidos de escuchar al artista proscrito.

Aunque ya ha transcurrido más de una década desde que Kryl murió, su país no lo ha olvidado y su figura se renueva y crece cada día. Para el décimo aniversario de su muerte fue inaugurada la calle Karel Kryl, en el barrio Stodulky, en Praga, donde vivía la hermana del cantante.

Este año, además, en el Teatro Nacional de Praga, se presentó el espectáculo Brel-Visotsky-Kryl, que tuvo como objetivo unir la vida y obra de estos tres bardos a través de la música y el ballet.

Petr Zuska, director del ballet del Teatro Nacional, fue el ideólogo del espectáculo. "Escucho y leo las canciones y poemas de Brel, Visotsky y Kryl desde pequeño y los admiro a los tres, así que tengo una estrecha relación con ellos y pensé que de esa relación podía surgir algo", comentó Zuska.

También es posible acceder a una página web en la que se pueden oír las canciones y leer sobre la vida y obra, en checo y en inglés, de Karel Kryl. La dirección es: www.karelkryl.cz. La viuda del músico, Marlene Kryl, da la bienvenida y explica que el sitio ha sido creado para preservar el amor y la gratitud hacia su marido.

Y en Youtube es posible mirar algunos de los videos más emblemáticos del cantante, como Lasko, Morituri te salutant y Karavana mraku, aparte del inmortal himno Hermanito, cierra la puerta.

Por lo visto, aún hay Karel Kryl para rato.

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