La "dama de los collages de textiles"

Dagmar Brichcínová
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En su obra utiliza objetos que nada tienen en común con el arte: rodillos para pintar paredes, trozos de vidrio y, especialmente, trozos de textiles. "Lo fundamental es saber emplear esos materiales para transmitir a través de ellos un mensaje a las demás personas", afirma la artista checa, Dagmar Brichcínová.

La identificación de Dagmar Brichcínová con las artes plásticas fue un largo proceso. Desde pequeña se dedicaba a la pintura, frecuentaba una escuela de artes, pero posteriormente decidió estudiar construcción. Se graduó en la Facultad de Ingeniería de la Construcción de la Escuela Superior Técnica de Praga, estando segura de que su futuro estaría ligado a las modernas técnicas de construcción.

Pero le fue ofrecido trabajar en el Instituto Nacional de Conservación de Monumentos Culturales, y ese trabajo la inspiró para volver a la pintura en su tiempo libre. Poco a poco, Dagmar Brichcínová fue descubriendo en sí habilidades e intereses de los que antes no se había dado cuenta y que ahora la seducían cada vez más.

A finales de los años ochenta, cumpliendo los treinta años de edad, Brichcínová decidió dedicarse al arte plástico de manera profesional. Sus comienzos se caracterizaron por pinturas que acentuaban especialmente temas líricos, así como por diversas obras gráficas.

La artista, radicada en su ciudad natal de Ceské Budejovice, Bohemia del Sur, sentía con el tiempo que su imaginación se iba agotando, sintiendo la necesidad de nuevas búsquedas, de descubrir nuevos horizontes. Comenzó a experimentar, dejándose inspirar por el cubismo y viéndose atraída, como por un imán, por la técnica de los recortes pegados, o sea, los collages.

"Entonces se inició la tercera etapa de mi vida profesional", afirma Dagmar Brichcínová. La artista cambió radicalmente de estilo artístico y de material empleado, centrándose en los textiles. Al arte fue adicionando elementos reales. En sus obras utilizaba pedazos de telas que juntaba, los estiraba en un marco para dibujar y luego los pintaba, creando un cuadro expresivo y muy especial.

Según la artista, en su casa tiene muchas cajas llenas de pedazos de textiles, ya sean restos de prendas de vestir de miembros de su familia o telas que le iban regalando sus amigos. "Cuando a veces, caminando por la calle, veo a una persona vistiendo una prenda hecha de una tela que llama mi atención, tengo ganas de coger las tijeras y apoderarme de un trozo de esa tela para utilizarlo en un collage", confiesa Dagmar Brichcínová.

En los collages de Dagmar Brichcínová, los diversos recortes de telas cobran nueva vida. Esta técnica le dio a la artista mucha libertad y la posibilidad de experimentar con materiales nuevos, unir y relacionar elementos totalmente opuestos. "Hace un par de años no se me habría ocurrido que pudiese hacer algo semejante, o sea, utilizar en el arte materiales que originalmente tenían otra destinación", sostiene la artista checa.

Los cuadros de Brichcínová parecen simples a primera vista, pero tienen gran profundidad, superando el tiempo real. Además, a diferencia de otros representantes del modernismo, Brichcínová realiza sus collages en forma de cuadros que podrían decorar los interiores de cualquier salón público o vivienda particular. Obligan a las personas a detenerse por unos instantes frente a ellos y a reflexionar sobre el mensaje que llevan.

Además de la República Checa, a Dagmar Brichcínová la conocen en Italia, Austria y Gran Bretaña, países en los que la artista checa ofreció en los últimos diez años varias exposiciones. Una representativa muestra de los collages de la artista checa tuvo lugar a finales del año 2004 en la Galería Nacional de Artes, de Praga.