Eduard Ingriš, de Zlonice al Amazonas

Eduard Ingriš

Zlonice es una villa de dos mil habitantes, situada en Bohemia Central, a unos 40 kilómetros al noroeste de Praga. A mediados del siglo XIX vivió aquí, cuando era un niño, el gran compositor checo Antonín Dvořák. Poca gente sabe que medio siglo más tarde nació en Zlonice otro afamado compositor, y también fotógrafo, cineasta y viajero aventurero: Eduard Ingriš.

“En esta casa nació el 11 de febrero de 1905 Eduard Ingriš, compositor, director de orquesta y navegante.” Esta inscripción se puede leer en una placa conmemorativa ubicada en una casa familiar en la calle Husova, de Zlonice. Aquí se inició el camino del primer checo que cruzó el Pacífico en una balsa, autor de unas 600 canciones, 60 operetas, 30 películas y 40.000 fotografías.

Eduard Ingriš vivió en Zlonice apenas dos años. Su padre era oficial austríaco. Después trabajó en el ferrocarril, así que la familia tuvo que mudarse a menudo y el pequeño Eduard fue criado por sus abuelos paternos en Austria.

Placa conmemorativa en la casa natal de Ingriš
En 1915 Eduard Ingriš volvió a Bohemia. Después de terminar el liceo y cursar dos semestres en la Facultad de Ciencias Naturales, estudió en el Conservatorio de Praga. Posteriormente se desempeñó como director de orquesta en los teatros capitalinos de opereta y componía. Durante sus excursiones a su chalet en Svatojánské Proudy, en el río Moldava, fotografiaba y filmaba.

En la Noche Vieja de 1944, en plena Segunda Guerra Mundial y ocupación del país por los nazis, Eduard Ingriš hizo una promesa: “Cuando termine esta guerra y nosotros podamos abandonar este campo de concentración (nuestro país), me iré a un lugar donde la gente no se mata.”

Sala dedicada a Eduard Ingriš
Su promesa la cumplió antes de la Navidad de 1947. Sintiendo que bajo el comunismo, que estaba ante las puertas, no habría espacio para su música, viajó a Brasil.

Nos trasladamos al centro de Zlonice y entramos en el edificio barroco de la llamada “Varhaníkovna”. En esta casa vivía, enseñaba y componía el organista Antonín Liehmann, el primer profesor de música y de composición del joven Antonín Dvořák.

En la última habitación, en una antigua aula, se encuentra desde 1994 una sala dedicada a Eduard Ingriš.

Monumento a Antonín Dvořák,  Varhaníkovna
En los años 80, Eduard Ingriš entró en contacto con el Museo de Antonín Dvořák, de Zlonice. Su director, Jan Tůma, cuenta que ocurrió de una manera bastante curiosa.

“Una señora que vivía en EE.UU. llegó a Bohemia para asistir a un encuentro con sus antiguos compañeros de clase. Y se reunió también con el entonces jefe del Museo de Antonín Dvořák, el señor Hora, que era profesor. Este mencionó que en alguna parte de EE.UU. podría vivir todavía Eduard Ingriš. En Checoslovaquia no se podía hablar de él, era una persona prohibida. Y resultó que esa señora era vecina de los Ingriš. Eduard Ingriš se emocionó mucho al saber que en Bohemia no lo habían olvidado. Escribió una carta al señor Hora, empezaron a intercambiar correspondencia y se hicieron amigos.”

Museo de Antonín Dvořák
Durante los aproximadamente diez años de amistad epistolar con Hora, Eduard Ingriš envió desde South Lake Tahoe, EE.UU., a Zlonice, sin que se enteraran de ello las autoridades comunistas, numerosas fotografías, correspondencia familiar y diversos objetos de sus viajes como por ejemplo las lanzas y flechas que hoy están instaladas en el museo local.

En la pared cuelgan dos fotografías grandes que documentan la hazaña más famosa de Eduard Ingriš: la navegación con la balsa Kantuta con la que pretendió confirmar la teoría de Thor Heyerdahl sobre la migración de los incas a Polinesia.

La primera navegación desde la ciudad peruana de Talara en 1955 fracasó. La tripulación permaneció atrapada durante 47 días en una vorágine marina hasta que fueron salvados por la marina estadounidense, relata Jan Tůma.

“Se dice que el rescate de Eduard Ingriš costó unos 60.000 dólares de entonces. Él se puso muy triste por no haber logrado su objetivo. Y no fue tanto por fracasar personalmente, sino porque quiso apoyar la teoría de Heyerdahl e hizo todo lo contrario. Y como le dio mucha pena, sabía que tendría que repetir el intento.”

En 1959 Ingriš emprendió el segundo viaje con la balsa Kantuta II, partiendo desde Callao. No llegó hasta Tahití, tras 122 días naufragó en la isla Mataiva en la Polinesia Francesa, pero logró cruzar el Pacífico.

Los documentales que rodó Ingriš durante sus expediciones, así como su archivo completo están depositados hoy en el Museo de Moravia Suroriental, en Zlín.

En Zlonice guardan la bolsa y la camisa que llevaba Ingriš durante su navegación con Kantuta. El mismo Ingriš escribió en el papel que describe los objetos expuestos: “Para mi museo”.

En el museo de Zlonice tienen también la guitarra de Eduard Ingriš, que el músico llamó Amazonas.

Camisa con la dedicación “para mi museo”
Cuando en febrero de 1948 se produjo en Checoslovaquia el golpe de Estado comunista, Eduard Ingriš se encontraba en Río de Janeiro. Su visado brasileño expiró y él se quedó sin documentos y recursos. Le salvó su guitarra, según apunta Ingriš en su diario.

“En el río Amazonas me ayudaba mi guitarra, que a la vez me hacía feliz en mi soledad. Tocando en un barco amazónico, encanté a una joven bella: la brasileña Enila. Una vez, en medio de la jungla, hice un concierto para 600 niños indígenas, ¡con una guitarra acústica! Tocaba guitarra durante mis navegaciones en balsa, en el viaje con el velero ‘Blue Sea’, en fin, en todos los lugares donde he parado. Una vez estuve muy deprimido, fue en el Amazonas. Parecía que no había salida a mi situación desesperada, pero estaba conmigo mi guitarra. Bastó tocar un par de canciones checas y volvió la voluntad para vivir y fue superado el hambre y la pobreza...”

Guitarra de Ingriš
El destino llevó a Eduard Ingriš a Perú y posteriormente a EE.UU. A Zlonice pudo volver tan sólo después de su muerte, señala Jan Tůma.

“Cuando visitó el Museo de Antonín Dvořák el hijo de Eduard Ingriš, que también se llama Eduard y vive hoy en Bohemia, nos contó que su padre deseaba mucho volver a su país natal. Quiso regresar inmediatamente después de la caída del régimen comunista en 1989, pero su esposa Nina no creía que el comunismo hubiera terminado definitivamente y tenía mucho miedo de que encarcelaran a su marido. Así que prácticamente no le permitió volver y más tarde no se lo permitió la salud.”

Varios meses después, el 12 de enero de 1991, Eduard Ingriš falleció en Reno, en el estado de Nevada, EE.UU. La urna con sus restos mortales está depositada en el Museo de Antonín Dvořák, como precisa Jan Tůma.

Lanzas y flechas en el Museo
“El mismo Eduard Ingriš expresó el deseo de estar sepultado en su pueblo natal. Con apoyo de sus amigos que pagaron esta urna y el traslado de sus restos mortales de EE.UU. a Bohemia, su deseo se cumplió y Eduard Ingriš yace en esta sala. No pudimos colocar la urna en el cementerio local porque existe el peligro de que alguien la robe para venderla o para tener los restos mortales de Eduard Ingriš en casa. Así que optamos por el Museo de Antonín Dvořák que está vigilado con un sistema electrónico.”

A la misa de difuntos que se celebró por Eduard Ingriš en Zlonice en 1991, asistió incluso el encargado cultural de Perú, agrega Jan Tůma.

“El diplomático nos dijo que era su obligación participar en la misa porque Eduard Ingriš es reconocido en Perú como héroe nacional. Ingriš tuvo en Lima un estudio fotográfico, fotografió al presidente peruano de entonces y a su esposa le dedicó la canción ‘Perú, mi amor’. Ingriš también pasó a ser director de la orquesta sinfónica de Lima.”

Urna con los restos mortales de Eduard Ingriš
En la urna de Eduard Ingriš está grabado un fragmento de la partitura de su canción más conocida:

“Brama el Niágara con melancolía, brama en la noche, el que tiene el corazón agitado por pasión, no tiene remedio...”

Abajo aparece un verso que testimonia que Eduard Ingriš sintió en su alma un amor profundo hacia su patria y anhelaba regresar:

“Hogar mío, yo vuelvo hacia ti, como un niño que vuelve al cuento de hadas, con tanta humildad y solo.”

Actualmente, el Museo de Antonín Dvořák de Zlonice, con apoyo de la Región de Bohemia Central, está preparando una reconstrucción de la sala de Eduard Ingriš. Si todo sale bien, la nueva sala será inaugurada en primavera del próximo año.

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