Por el camino hacia Okoř…

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“El camino hacia Okoř es como ninguno…”. Con este verso empieza una canción tradicional checa. A decir verdad, el camino como tal no tiene nada en especial. Por otro lado, el pueblo de Okoř posee atractivos que lo convierten en el número uno entre los destinos turísticos cercanos a Praga.

Situado en el valle del riachuelo Zákolanský, a unos 15 kilómetros al noroeste de Praga, se encuentra un pueblo pequeño llamado Okoř. Su mayor orgullo, sin duda, son las extensas ruinas de un castillo gótico, del mismo nombre. Běla Kreuzová, que durante las temporadas veraniegas organiza visitas guiadas al lugar, destacó que la historia del castillo se remonta al siglo XIII.

“El castillo probablemente fue construido en la primera mitad del siglo XIII, como parte del monasterio de San Jorge, del Castillo de Praga. Sin embargo, según datos oficiales, su historia se remonta al año 1359”, señaló Kreuzová.

Se cree que el fundador del castillo Okoř fue František Rokycanský, concejal de la Ciudad Vieja de Praga y un importante representante de la burguesía checa de aquellos tiempos. Běla Kreuzová sostuvo que por haber sido favorito del Rey checo Carlos IV obtuvo un título aristocrático.

“František Rokycanský fue asesor financiero y un buen amigo del Rey checo Carlos IV por lo cual logró obtener el título aristocrático. A cambio, tuvo que renunciar al cargo de concejal de la Ciudad Vieja de Praga”, indicó Kreuzová.

Rokycanský mandó levantar el ala sur del castillo y también su característica torre prismática, construida en el lugar de una antigua capilla gótica. Okoř era entonces una de las sedes más impresionantes de la nobleza checa.

La primera reconstrucción del castillo, en el estilo gótico tardío, la realizó Bořivoj de Donín, en el siglo XV. Okoř fue provisto de un sistema de murallas con dos bastiones y dos puertas de entrada. Dentro de la fortaleza excavaron un poso y construyeron allí una cervecería; en sus alrededores crearon el estanque Zákolanský, destacó Běla Kreuzová.

“A principios del siglo XV, cuando el castillo estuvo en posesión de los señores de Donín, fue renovado su interior y reforzada la fortificación externa. Para aumentar la protección del castillo, crearon el estanque Zákolanský que servía como una barrera eficaz contra los enemigos”, sostuvo Kreuzová.

La época del renacimiento trajo cambios en la filosofía, la literatura y también en el estilo de vida de la aristocracia, que se construía sedes representativas y confortables. Los nuevos propietarios de Okoř, los señores Bořité de Martinice, convirtieron el castillo en un palacio renacentista que lucía una fachada con esgrafiados.

En el año 1649, Jaroslav de Martinice regaló Okoř a la orden jesuita de San Clemente. Durante la guerra de los 30 años, el castillo fue invadido y terminó casi en ruinas. Los jesuitas fueron los últimos en habitar el castillo. En 1773, suspendieron su orden y el castillo fue confiscado por el emperador José II, indicó Běla Kreuzová.

“Hasta el año 1773, el castillo perteneció a los jesuitas. Después fue confiscado por el emperador José II que suspendió todas las órdenes monásticas. Okoř comenzó su época de decadencia”, acotó Kreuzová.

A finales del siglo XVIII, el castillo se encontraba en muy mal estado. Una grieta enorme apareció en un muro de la torre. Con el tiempo se fue abriendo poco a poco hasta que una mitad de la torre se derrumbó. Los vecinos del pueblo se llevaron las piedras y las utilizaron para la construcción de sus casas.

Hasta la mitad del siglo XX no se hizo mucho para salvar el monumento. El Club de Turistas Checos realizó los primeros trabajos de reconstrucción en el año 1920. Después los prosiguió el Museo de Bohemia Central. A partir de 1994, el propietario del castillo es el pueblo Okoř, que se ocupa tanto de conservar el monumento, así como de atraer turistas a la localidad.

No hay castillo en la República Checa que carezca de una leyenda. La de Okoř cuenta la historia del conde Sukorád que vivía en la fortaleza con su guapísima hija Juliana. Y como suele pasar a menudo en los cuentos de hadas, la noble Juliana se enamoró de un molinero pobre, contó Běla Kreuzová.

“Juliana se enamoró del joven Vnislav que trabajaba en el molino del castillo. Pero a su padre Sukorád le hizo poca gracia la relación entre su hija y el molinero. Por eso expulsó a Vnislav de la región y encerró a su hija en la torre del castillo”, sostuvo Kreuzová.

Vnislav volvió una noche, libró a su novia y los dos huyeron. Pero Sukorád les alcanzó en un bosque cercano y, ciego de rabia, los mató. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, abandonó Okoř y años después murió de tristeza en el lugar del crimen. Según la leyenda, el espíritu de Juliana, vestido de blanco, vaga por las ruinas del castillo hasta nuestros días, espantando a los transeúntes.

¿Que no se lo creen? Pues, visiten Okoř el primer domingo del próximo mes, por la noche. Verán tanto a la legendaria Dama Blanca como a otros fantasmas que habitan el castillo. La atmósfera misteriosa del lugar y los actores del teatro Řešeto, de Praga, les harán temblar de miedo.

Pero ‘Los fantasmas del castillo’ no son la única actividad de Okoř. Dos veces al año tienen lugar en el castillo mercados históricos y representaciones de esgrima escénica. Los aficionados a la música pueden participar en el tradicional festival de rock y folk, que suele celebrarse a mediados de agosto en el pueblo.

Okoř quizás no posee el glamour de otros castillos en la República Checa, pero tiene un encanto muy particular. Muchos ya se dieron cuenta de ello y eligieron el castillo como lugar donde celebrar su boda, destacó Běla Kreuzová.

“Las bodas se celebran en el castillo Okoř a partir del año 2002. La temporada nupcial comienza tradicionalmente en febrero y concluye en los meses de otoño, según el interés de los novios y si el clima lo permite”, recalcó Kreuzová.

¿Tienen ganas de casarse en Okoř? No olviden reservar la fecha de su boda medio año antes, como mínimo. Y prepárense por que, además de los invitados, asistirán a la ceremonia decenas de turistas de todo el mundo. “El número de visitantes a nuestro castillo crece todos los años”, concluyó Běla Kreuzová, guía turística en Okoř.

Foto: autora

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